Verano con un presupuesto ajustado aunque con ganas de hacer cosas: Malgrat, a unos 50 kilómetros de Barcelona, es una opción muy buena por su proximidad a la capital catalana pero, sobre todo, por sus precios (algo más contenidos en verano que en muchos otros sitios) y por su cercanía al Empordà. Nosotros llegamos con una semana por delante pero también con muchos planes. La casualidad hizo que esos primeros días hubiera feria en la ciudad.
Nos dimos una vuelta: viaje de alguna manera a la infancia, a los parques de atracciones, los autochoques, las camas elásticas, los túneles del terror… A mil y una cosas más, muy divertidas, sobre todo cuando se es pequeño (o no tanto). Nos dimos una vuelta por sus estantes y distintas propuestas. Ese día, no muy caluroso (buena temperatura) no estaba masificado, cosa en nuestro caso de agradecer. Grupos de adolescentes, familias paseando y acabando de decidirse por dónde montarse. De alguno de los espacios salían no solo niños sino también adultos. Excusa perfecta -acompañarles- para sumarse a las risas y la diversión sin manías ni complejos.
En una de las atracciones un par de chicas reían a mandíbula batiente mientras los brazos, casi tentáculos, las levantaba a sacudidas buscando, persiguiendo, esa pizca de aventura -controlada-que tanto gusta y tan bien sienta. No muy lejos, una pareja, sobre la veintena, charlan ante una máquina manejando un brazo articulado con el deseo de conseguir alcanzar y sacar un pequeño oso de peluche. No parece tan difcíl aunque no lo logran y ya intuímos que hay ‘truco’. Nosotros también nos animamos.
Coordinadamente buscamos establecer las directrices y coordenadas adecuadas para que la mano metálica baje con precisión, agarre con consistencia al peluche y sea capaz de sacarlo y traerlo hasta nuestras manos. La matemática funciona, lo agarramos pero no sabemos muy bien por qué acaba por escurrirse. Lástima, aunque buen y planificado intento. Acabamos nuestro pequeño periplo por la feria contentos de descubrir que también, pese a la enorme oferta actual que incluye ingentes dosis de tecnología, niños y no tan niños siguen también disfrutando de atracciones con el sabor de antes.