Es uno de los lugares más visitados de las «Terres de l’Ebre» (Catalunya). Y lo es, sobre todo, por su espectacular y en muy buen estado de conservación castillo templario, del siglo XII, gran ejemplo del estilo románico y estampa habitual de Miravet, así como por la proximidad del río Ebro, que en las cercanías de este pueblo, dibuja un giro que permite captar una de las imágenes también más populares, cogiendo en un único encuadre el río, el pueblo y, en lo alto, el castillo. Precioso y potente conjunto.
De hecho, las murallas del castillo impresionan. Éste fue construído inicialmente por los musulmanes a su llegada a estas tierras sobre un promontorio que dominaba las vistas sobre la zona y sobre el río. También el pueblo debe su desarrollo a los visitantes árabes, que se establecierton donda antes había un poblado íbero. En 1153 los caballeros de la Orden del Temple conquistaron esta plaza y reformularon el castillo, que pasó -como fue constante de aquella Orden- a convertirse en una suma de fortaleza y monasterio, y que hoy es una de las mejores muestras de este tipo construcciones de toda Europa Occidental. Entre 1307 y 1308 sufrieron un largo y duro asedio por parte de las tropas de Jaume II. Aguantaron hasta el desmantelamiento de dicha orden, cuando pasó a manos de los caballeros del Hospital. Bajo su dominio se mantuvo hasta la desamortización de Mendizábal, que afectó a muchas propiedades eclesiásticas, en 1835. Hoy es uno de los lugares más visitados de toda esta parte del sur de Catalunya. Gestionado por la Agencia Catalana del Patrimonio Cultural de la Generalitat de Catalunya, en la actualidad (antes de la pandemia y esperamos que también cuando todo vuelva a una cierta normalidad) puede visitarse su interior y muchas de sus estancias, entre las que se cuentan las caballerizas, cocina, almacenes o iglesia románica.
El pueblo en sí es también interesante, sobre todo, en las partes todavía en pie de callejuelas, originarias de la época medieval como el «Portal del Motxo», si bien otro de sus grandes puntos de visita recomendada se encuentra en el propio río Ebro. Hay una parte de embarcadero y otra conocida como «Pas de la Barca» (que permitía el paso sin necesidad de un puente que lo cruzara), desde donde se tienen las vistas antes comentadas: el río y el pueblo abajo, y el castillo, arriba, en lo alto. Imponente. Con buena luz, sobre todo por la mañana, es el mejor momento para capturar dicha escena. Esta parte es también buen sitio para rememorar parte del pasado de Miravet, muy marcado por el río, para el comercio de todo tipo de mercancías pero también como lugar donde las mujeres recogían el agua o lavaban la ropa. Y daba pie para múltiples anécdotas.
Por cierto, como es es de suponer en un pueblo marcado por un río de este cauce y poderío, sus crecidas tuvieron su impacto. Habituales, las más graves y que cuentan con placas conmemorativas tanto en la fachada del Ayuntamiento como sobre el bar «Amadeo», en las proximidades del propio río o en el Portal del Motxo, se produjeron en los años 1787 y 1907. Ha pasado tiempo desde entonces y el pueblo y el castillo han vivido episodios difíciles como la «Guerra dels Segadors», de Sucesión, del Francés o la Batalla del Ebro pero ahí sigue. Y por mucho tiempo, esperamos. Es, sin duda, uno de los pueblos más interesantes de Catalunya.
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