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Auschwitz-Birkenau y la fábrica de Schlinder: esa otra cara, más trágica, de Cracovia

Cracovia es una ciudad pequeña, bella, con muchas cosas por ver, la mayoría
de gran interés y entretenidas, pero no puede esconderse que todo lo sucedido
durante la Segunda Guerra Mundial, el gueto judío localizado en el barrio de
Podgorze, y la existencia, bastante próxima a la ciudad, de los campos nazis de
Auschwitz-Birkenau dejaron huella en el país; todavía de fuerte recuerdo entre
sus habitantes, como afirmaba nuestro guía durante el tour realizado el primer
día de viaje.

Para llegar al campo, puede cogerse un autobús en el centro de la ciudad que
tarda, más o menos unos 45 minutos. Nosotros fuimos por la tarde, con reserva
aunque sin visita guiada (que probablemente sea recomendable) y seguimos el
recorrido inverso al habitual, que normalmente empieza por Auschwitz, para
seguir más tarde por el campo, a unos dos kilómetros del primero y más grande
en extensión y mortífero (es donde se encontraban la mayor parte de las cámaras
de gas y hornos crematorios) de Birkenau. Nosotros empezamos por este segundo. La conexión entre ambos se hace en autobús.

Antes de acceseder a la puerta principal, lo primero que se ve son las vías del tren que entraban al campo con vagones atestados de personas (muchas morían ya durante el trayecto) para pasar una primera selección al poner pie en tierra y que marcaba la línea entre la vida y la muerte. Muchos, en esa primera fase, iban directamente a las cámaras donde entraban engañados y pensando que eran la duchas. Personas mayores, niños, gente con algún tipo de cuestión que pudiera suponer una limitación para el trabajo… Las razones podían ser variadas para no superar la criba. Se calcula que fueron ejecutadas más de un millón de personas, la mayoría judías en una altísima proporción, pero también homosexuales, presos de guerra, disidentes políticos, etc. Se conservan muchos barracones que permiten hacerse una idea de cómo podían ser las condiciones en aquel campo. En su huida, una vez clara la derrota, las tropas nazis trataron de destruir las
pruebas de la barbarie. Así, se conservan las ruinas de crematorios y cámaras
según se las encontraron las tropas soviéticas cuando liberaron el campo en
1945.

El de Auschwitz da la bienvenida con las infaustas palabras: «Arbeit Macht Frei» (el trabajo os hará libres) y que todavía se conservan. La mayoría de pabellones eran de ladrillo y las condiciones y grado de mortalidad algo menores que en Birkenau. En Auschwitz un audiovisual recuerda las circunstancias que rodearon la creación del campo y todo lo sucedido por entonces. En cada pabellón se tratan temas diversos com las condiciones en el campo, las camas donde dormían, retratos de personas que fueron ejecutadas…. Y en uno, el pabellón 11, se mantiene todavía en pie el Muro de la Muerte, donde se fusilaban a los prisioneros. Impresiona. En las celdas inferiores, se les torturaba y a algunos, incluso, se les dejaba morir de hambre.

En otro de los pabellones hay amontondas, tras unos cristales protectores, decenas de maletas de los prisioneros, cazos, gafas, prótesis de diversa índole… Y una de las cosas que más impacto genera: montañas de zapatos de hombres y
mujeres, y de niños y niñas. La experiencia del campo, sin duda, es dura y
afecta.

En Cracovia y relacionado con aquellos episodios, en el barrio obrero de Podgorze puede visitarse en las antiguas dependencias de la fábrica de Oskar Schlinder una amplia exposición sobre la guerra en la ciudad, los terribles efectos entre la comunidad judía del país y, por supuesto, las maniobras realizadas por el empresario -explicadas en un primer audiovisual que recoge testimonios reales- que salvaron de la muerte, se calcula, a un millar de sus trabajadores -la mayoría, judíos-. Se conserva el despacho de Schlinder, que pese al abandono posterior de la zona tras la contienda, se mantuvo casi intacto y que hoy incluye una especie de arca con los nombres de las personas que sobrevivieron, envuelta de paredes de cristal que guardan en su interior piezas de esmalte similares a las que allí se fabricaban. La película de Spielberg, de 1993, dio mayor notoriedad a aquellos hechos y a la fábrica en sí.

Otro que también se posicionó a favor de los judíos y considerado por el estado de Israel, «Justo entre las Naciones», fue Tadeusz Pankiewicz, que se jugó la vida ayudando a los judíos del gueto sirviéndose de su farmacia, restaurada como originalmente se encontraba durante aquellos años y que se conoce como «Farmacia bajo el Águila». El gueto se encontraba o empezaba justo en la plaza donde se localiza la farmacia (Plac Bohaterow Getta) y que era espacio de reunión de los pesonas recluídas entre aquellas calles que ocupaba varias manzanas de casas y que alojaba a 16.000 personas. De allí, muchos fueron deportados a los campos, siendo desmantelado, el gueto, ya a comienzos de 1943. Una serie de sillas, a modo de homenaje, recuerdan, sobre el pavimento de la plaza, aquellos hechos.

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