Es una barbaridad, espectacular, imponente, majestuoso, ecléctico. Adjetivos que en el caso del Palacio Real de Olite no se quedan cortos para nada sino que responden a una construcción de larga historia y que, eso sí, en su parte visitable, la Nueva (la Vieja es parte de un parador nacional) es consecuencia de la laboriosa renovación acometida en 1937. Olite, con su centro histórico medieval de calles empedradas, casas nobles de blasones evoacodores, plazas e iglesias y unos cerca de 3.000 habitantes, zona de viñedos y de vino, se define sobre todo – aunque, obviamente, no exclusivamente pero sí en buen medida- por su sorprendente castillo, de visita absolutamente imprescindible.

El acceso a sus inmediaciones se puede hacer por diversos de los puntos de la zona amurallada o por una de las puertas, próxima a la Iglesia de Santa María la Real -donde se celebraban las ceremonias religiosas vinculadas a la corte navarra, por entonces establecida en esta parte de la Navarra Media- conocida como Torre del Chapitel y que da a la plaza Carlos III, donde también se encuentra el insigne edificio del Ayuntamiento. Dicha plaza, junto con el Castillo y la parte trasera y unida al conjunto de la Iglesia y también donde se ubica el Parador, es el centro neurálgico de Olite, donde además se localizan algunos bares, restaurantes y unas pocas tiendas de recuerdos.
El Castillo, entrando en materia, se empezó por obra de Carlos III «el Noble» en el siglo XV sobre las bases de una fortaleza anterior, que databa del siglo XIII y que a su vez se asentaba sobre una antigua construcción de época romana. Para su desarrollo, según leemos, el monarca se llevó a los maestros artesanos de viaje por Francia y Castilla para que conocieran de primera mano algunos de los palacios más destacados y admirados de la época. El resultado fue un palacio de estilo gótico, afrancesado y con toques mudéjares, descrito por la Oficina de Turismo de Navarra, entre otros calificativos -todos ellos, positivos- de «extravagante«. Destacan sus estancias reales, pero sobretodo, en el primer piso las galerías, jardines y, en especial, varias de sus torres.

De los jardines, según leemos, llegó incluso a tener en la fachada en época de Carlos III «jardines colgantes». La presencia de flora pero también fauna fue algo habitual en un palacio, espacio habitual de reuniones, fiestas, celebraciones y concursos varios que, por lo descrito, sería dinámico y lleno de colorido. Entre los jardines, hoy vale la pena visitar el Principal, al poco de entrar, y los de la Pajarera y la Morera; éste último con una morera centenaria declarada «Monumento Natural».
Las torres merecen casi capítulo aparte. Hay varias pero destacan, en particular, tres: la del Homenaje, la de los Cuatro Vientos y la de las Tres Coronas. A todas ellas se puede subir hasta arriba, previo paso por un punto intermedio que cuenta con una pequeña terraza. Y desde todos los niveles, grandes y dominantes vistas sobre todo el paisaje alrededor del castillo y que predominan por la presencia de bodegas y viñedos, muy ligados a esta parte de Navarra y al conjunto de esta región de forma histórica. De hecho, según leemos, se han descubierto bodegas dedicadas a tan especial caldo ya de época romana. La parte vitivínicola es precisamente otro de los grandes atractivos de la visita a Olite y que hay que hacer con cierta previsión, para reservar las preceptivas citas en los horarios convenidos (y a revisar en cada caso, porque la oferta tampoco es desmedida).

Olite y su castillo, por lo tanto, no dejan indiferente. Y no es extraña su fama, no solo dentro de Navarra -como uno de sus grandes atractivos turísticos- sino dentro del conjunto peninsular, como una fortaleza y palacio curiosa, singular y que sería ideal imaginar en su época de mayor ebullición, con el centro del pueblo en días de feria lleno de mercaderes, artesanos, halconeros, arqueras… Todo ello se recrea durante un fin de semana de agosto, en las Fiestas Medievales, durante las cuales ese viaje en el tiempo se hace algo más tangible. Y, en toda lógica, desde 1925 el Castillo está declarado como Monumento Nacional.
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