Es «literatura de viajes» pero es, sobre todo, literatura, pensamos que en mayúsculas, de «aventuras». Dicen en el prólogo que se trata de una novela escrita en su momento por el autor pensando sobre todo en un lector juvenil – de ahí que se la encuadre dentro de esa categoría- que, no obstante se sale de esa etiqueta y puede considerarse -pensamos que con todo merecimiento- como adulta e universal. Los personajes, sin estar excesivamente detallados, tampoco son planos y consiguen algo muy de agradecer como es dejar volar la imaginación y transportarte hacia una isla muy particular, salvaje pero sobre todo maldita para los que aparecen en la obra por motivos diversos -no todos sucumben- y de agrio recuerdo.

Hay toda una serie de protagonistas casi podría decirse arquetípicos: un médico, portador de conocimientos y dosis de racionalidad y ciencia; un aristócrata con posibles, moral recia y bien intencionado; un joven ingenuo, protagonista casi accidental y que espavila -y mucho- durante el desarrollo de la trama; un pirata cojo, de loro al hombro, egoísta, caprichoso y nada de fiar; un náufrago asalvajado y de participación clave… No nos ha parecido, extrañamente, -en una rápida búsqueda por Internet- encontrar ninguna adaptación cinematográfica que le haga justicia. Sin duda, en cualquier caso, parece que la famosísima saga de «Los piratas del Caribe» se inspira y bebe en buena medida del universo creado por Stevenson, que forma parte, desde su publicación a finales del siglo XIX y ambientada en el XVIII, del imaginario colectivo de forma inequívoca.
Se devora; tiene unas 300 páginas (dependiendo de la traducción) y en ellas la acción está muy presente y atrapa, engancha. A pesar de no ser, por lo tanto, muy larga, las descripciones de espacios, personajes y diálogos están bien conseguidas, aunque sin duda y sin demasiados esfuerzos – de haberse querido, en un ejercicio más profundo y trascendente- habría dado para una extensión bastante más amplia y con mayores matices. Es probable que sea ahí donde se note que Stevenson tenía en mente durante su redacción la imagen de un lector joven, que se inicia en la lectura o que valora más el argumento que la sutileza del lenguaje. Sea como fuere e incluso con esa intención, se le va la mano y acaba por confeccionar una novela notable y con poso.
Respecto al argumento, el título ya es muy elocuente: una isla con un tesoro escondido. Por un lado, toda una ristra de piratas que se hacen pasar por simples y ‘fiables’ marineros; y por el otro, toda una serie de figuras poco vinculadas al mar a cuyas manos llega un mapa crucial. Unos y otros batallaran hasta las últimas consecuencias, inicialmente enrolados en la misma embarcación. El segundo grupo trabajando, supuestamente, para el primero pero con un plan oculto que asoma y que no hace presagiar nada bueno: la amenaza está ahí y no tarda mucho en sacar la patita.

Recomendable de todas todas como literatura de entretemiento, ligera e ideal para vacaciones. Qué agradable es de vez en cuando el placer de leer por leer, sin mayor intención que dejarse llevar por la historia. Por cierto, este libro forma parte de las recomendaciones como algunas de las mejores lecturas de viaje de cabeceras de referencia como National Geographic o Lonely Planet. Prometemos seguir incluyendo más libros de este tipo, junto a otros también de nuestro interés sobre fotografía, aventuras o periodismo internacional.

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