Desde hace un tiempo cobija un espectacular hotel de un centenar de habitaciones, decenas de ventanales, toques de madera, hierro y una estética, gama cromática y estilo -entre art déco e industrial- que tratan de mantenerse fieles a sus orígenes y una de sus épocas de mayor espendor, durante los años treinta y antes de la Guerra Civil, después que fuera inaugurada por el presidente francés y el rey Alfonso XIII en 1928. Los trabajos de construcción se habían iniciado en 1915, con participación de los dos países a ambos lados de la frontera -Francia y España (se localiza cercana a Jaca)- y se extendieron, por causa en buena parte de la Primera Guerra Mundial, durante alrededor de diez años. Se había puesto en funcionamiento en 1925, tres años antes de la inauguración oficial. Antes, en 1914, se habían acabado los trabajos del túnel de Somport, imprescindibles para la viabilidad de esta estación internacional, que jugaría papeles decisivos en décadas posteriores pero cuya vida útil no sería tampoco muy longeva ni especialmente desmedida.

El transporte entre ambos lados de la frontera se vio interrumpido durante la Guerra Civil. Después, en cualquier caso, a comienzos de la década de los cuarenta, al retomarse la conexión se vivieron años de mucho movimiento, en gran parte explicados por los graves daños y destrucción sufridos en los pasos de Irún y Portbou. La travesía central tuvo gran protagonismo en el intercambio de mercancías y también transporte de pasajeros durante aquellos años: recibía un tren diario procedente de Valencia y otro de Madrid, y enlazaba Lisboa con París.
Por sus instalaciones pasaron materiales como trigo o vino pero también hierro o wolframio, estos últimos en dirección al Tercer Reich. El oro nazi procedente de Suiza, según puede leerse en un texto explicativo en la misma estación, tuvo a esta parada en su itinerario. En sentido muy distinto, desempeñó un papel decisivo para cientos de judíos y muchos otros huidos del régimen nazi. Su jefe de aduanas, francés, Albert Le Lay, aparentando trabajar para el mariscal colaboracionista Pétain, en realidad estaba al servicio de De Gaulle y actuaba como enlace entre los aliados y la resistencia gala, desempeñando un rol clave en el trasvase de documentos, material y personas. En 1943 fue descubierto por la Gestapo y tuvo que huir de forma rocambolesca para alistarse en las filas de las tropas de la Francia Libre, con quienes se mantuvo hasta el final de la contienda. Acabada la guerra recuperó su puesto, que quiso mantener pese a tener otras ofertas en París, por «lealtad a los ciudadanos de Canfranc». Estuvo en activo hasta 1957. Le Lay murió en 1988 a la edad de casi 90 años (nació en 1899).

Entre 1945 y 1949 el aislamiento internacional y autoimpuesto por la Dictadura llevó al cierre de la estación durante aquellos años. La reapertura en los cincuenta comenzó de forma timorata pero después se disparó hasta vivir su segundo periodo de esplendor, sobre todo gracias a la exportación de productos agrícolas procedentes del Levante peninsular. Fue un cierto espejismo, último gran impulso, ya que en los años sesenta empezó su lento e inexorable languidecer hasta finalmente quedar parada ya de forma definitiva una mañana del mes de marzo de 1970. Una de las principales causas fue no disponer del ancho europeo, como sí habían adaptado en Portbou e Irún, o no disfrutar de régimenes aduaneros especiales, como sí sucedía en otros puntos.
La Estación fue adquirida por el Gobierno de Aragón al Ministerio de Fomento en 2013, quien inició los trabajos de rehabilitación en 2018, extendiéndose hasta abril de 2021. En 2002 el edificio histórico había sido declarado «Bien de Interés Cultural». Domina el hierro y el cristal, en una instalación de la que destaca sobre todo el cuerpo central donde en su momento se ubicaban las taquillas, de estilo clasicista con toques de madera art déco. Una construcción hoy espectacular, visitable, donde poder alojarse y que también cuenta con una oferta gastronómica de base aragonesa y alta cocina. Un complejo que todavía se está transformando, con mucho potencial por delante. //
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