Puede que no tenga el nombre y la fama de otras localidades del País Vasco Francés como Biarritz, Bayona o Hendaya pero, sin duda, San Juan de Luz bien merece su espacio y reconocimiento como destino de interés. A unos 40 kilómetros en coche de San Sebastián, esta localidad, de playa, costera y pesquera, destaca también por una de sus iglesias, bella, recargada y con una historia muy particular y significativa para el conjunto de la población: de San Juan Bautista.
Antes de entrar en materia, el trayecto por carretera es fácil y bien indicado aunque a la llegada -sobre todo, en temporada alta, léase verano- el tema del aparcamiento está complicado, incluso asumiendo que se opte por el parking. La demanda en esas fechas es alta y la afluencia y asistencia cualquier día, constante y numerosa. De todos modos, el paseo por la zona marítima, la parte del puerto, el paseo costero o la playa no defraudan.

La zona del puerto puede que sea una de las primera para visitar y que remite a sus orígenes, raíces; a su pasado ballenero y, según leemos, «corsario» de esta población. Hoy todo aquello la imbuye de un aura especial, si bien la magia y gracia de sus actuales embarcaciones -San Juan de Luz cuenta con uno de los puertos más importantes de esta zona de la costa del País Vasco francés («Iparralde», en euskera)- está vinculada con una pesca, también potente aunque puede que algún peldaño por debajo, como es la del atún, sardina o anchoa. En cualquier caso, le otorga mucho carácter, refrendado en las lonja y mercado cercanos y que hacen de la mañana un buen momento para acercarse.
Próxima está una de las grandes señas de identidad de esta localidad: la iglesia de San Juan Bautista, con claros elementos relacionados con el mar como, por ejemplo, una figura que repoduce un barco que cae desde el techo a modo más o menos de lámpara. Destacan el retablo, órgano y sus tres galerías, pero sobre todo es conocida por haber albergado en 1660 la boda entre la infanta María Teresa y el rey Luís XIV.
Precisamente, relacionado con ambos personajes cabe reseñar dos casas, que son de las más famosas y que de algún modo -muy directo- remiten a dichas figuras. La primera, al lado del Ayuntamiento, se conoce popularmente como «Maison Luis XIV», en la plaza del mismo nombre, que se construyó en 1643 y era propiedad de uno de los armadores más importantes de esta localidad. El rey se alojaba en ella durante sus estancias en San Juan de Luz. La otra, de tonos rosáceos, junto al puerto y que pertenecía a un destacado clérigo y traductor, Joannes Haraneder, todavía en la actualidad conserva la habitación utilizada por la infanta y cuenta con un salón del siglo XVII.

La Rue Gambetta, la más comercial y dinámica del centro histórico y donde encontrar propuestas también de artesanía o gastronomía tradicional interesantes, discurre por toda esta parte que también se ubica muy cerca de la Grand Plage: la más importante de San Juan de Luz, amplia y extensa, pero a la qie hay que sumar otras como las de Mayarco, Lafitenia o Erromardie. En paralelo, discurre el paseo marítimo, con algunas galerías en diversos puntos y que cuenta con una oferta de restauración y compras que amenizan la visita. El surf, por supuesto, como también pasa en otros lugares de la costa vasca, cada vez coge más fuerza y adeptosy tiene su cuota y presencia en esta población.
Acabamos este pequeño repaso con una mención a la punta de Santa Bárbara, en uno de los extremos de San Juan de Luz y que representa una atalaya desde donde disfrutar de una bonitas vistas sobre toda la zona. Y es que no hay que olvidar que San Juan de Luz alcanza una extensión de unos 19 kilómetros cuadrados. San Juan de Luz, por lo tanto, ya se encuentra entre lo más interesante del País Vasco Francés. //
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