Viena (I), un paseo por el centro y algunos de sus puntos más destacados y elegantes

Viena, capital de Austria, rezuma elegancia y pasado imperial y orgullo como centro mundial de la música clásica en infinidad de sus calles, edificios, plazas y otros rincones. Está claro que fue una ciudad con un peso e importancia en el Viejo Continente a la altura de lo que hoy podrían ser Londres, París o Milán, aunque también es cierto que todo aquello ya quedó algo en el pasado con un corte abrupto tras la Segunda Guerra Mundial y su final y disolución en 1918.

En cualquier caso, sigue mereciendo mucho la pena. Y entre todo ello y en sintonía con aquel esplendor, adquiere papel principal y visita imprescindible el Hofburgo: residencia imperial, ocupada por los Habsburgo desde el siglo XIII y hasta comienzos del siglo XX y cuya joya principal es la exposición dedicada a la emperatriz más famosa y querida de entre todas ellas, Isabel («Sisi»), con una muestra que reúne unos 300 objetos, algunos de su infancia y muchos otros como el fastuoso vagón de tren con el que viajaba por Europa, vestidos o un repaso a su vida y también trágica muerte en un atentado en 1898 cuando se encontraba en Ginebra.

El ‘Káiser’, Francisco José I (1830-1916), lógicamente es otro de los grandes protagonistas. Pueden viistarse infinidad de las estancias que la pareja y familia ocuparon, con un mobiliario barroco fastuoso y que también recuerda el gran compromiso religioso del emperador y sus jornadas maratonianas de trabajo dedicadas a la gestión de su vasto imperio.

No muy lejos se encuentra otro de los iconos de la ciudad como es la Escuela Española de Equitación, con sus espectaculares danzas de caballos blancos al son de la música clásica y que datan -la raza de los caballos, sementales lipizzanos blancos- desde 1565. Hoy, para disfrutar de dicho fenómeno, hay que hacerlo con cierta antelación, llegando incluso a algunos meses, según leemos, de anticipación.

A un nivel parecido y categoría similar está la Catedral de San Esteban, originariamente románica, del siglo XII, pero restaurada de forma muy notable por orden del duque habsburgo Rodolfo IV desde 1355 y que se conoce popularmente como «el fundador» por colocar simbólicamente la primera piedra de dicha reforma profunda. De ella, destaca la fachada, torres, nave principal, púlpito de piedra y catacumbas. Y es que a raíz de las epidemias de peste y gripe que asolaron Europa -y Viena también- en la década de 1730 se decidió eliminar el cementerio que circundaba la catedral y llevar las sepúlturas debajo del edificio.

Acabamos este pequeño primer repaso a algunos de los puntos más destacados de Viena con la visita a la única casa hoy todavía en pie ocupada durante entre dos años y medio y tres por el que para algunos es uno de los mayores genios de la música y la historia de la humanidad como fue Wolfgang Amadeus Mozart. Se le dedican hasta tres pisos, haciendo un repaso a su vida, desde su llegada a la capital austríaca en 1781, y a todo su legado musical. Entre él, la escritura de «Las bodas de Fígaro», que precisamente compuso en este apartamento -el que se encuentra en la primera planta- y donde residió junto a su mujer, Constance, entre 1784 y 1787. Mozart vivió once años en Viena, cambiando por cuestiones económicas con frecuencia de residencia y alternando entre espacios céntricos y otros más alejados, en la periferia de la ciudad. Hoy este apartamento adquiere un valor muy especial. Imaginar al compositor -pese a que no se ha mantenido el mobiliario y no se tiene muy claro como sería el piso- caminando por él y creando algunas de las piezas que ideó y que son universales, hace que tenga unas vibraciones muy particulares. //