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Bayona, sus murallas, catedral, centro medieval y chocolates

Es una población del país vasco francés con mucho nombre y tradición, popular y con varias cosas por ver y disfrutar: Bayona es ideal para cualquier itinerario por aquella parte del suroeste del país galo. No muy lejos de la frontera (a unos 160 kilómetros más o menos de San Sebastián), junto con San Juan de Luz o Biarritz, conforman un trío más que interesante, que se puede combinar con algo de naturaleza y playa. Nosotros regresábamos de una escapada a Burdeos y de vuelta hicimos una parada más o menos larga que nos permitió hacernos una idea sobre lo que se puede ver.

En las afueras y antes de entrar en el casco antiguo, mayormente medieval, destacan sus murallas: de carácter defensivo, remiten a su origen como castro romano y que por entonces se llamaba «Lapurdum»; aunque son sobre todo conocidas por las obras de mejora supervisadas por Vauban, enviado por Luis XIV, y que se desarrollaron entre los años 1680 y 1685. Cerca se encuentran los Jardines de Poterne, fecuentados por sus vecinos, y llama asimismo la atención la «Porte d’Espagne»: imponente y portentosa.

Catedral de «Saint-Marie», partrimonio de la UNESCO, en Bayona. / @IRV

Catedral Saint-Marie

Una vez dentro del casco histórico, a lo lejos y entre las casas de dos o tres plantas y tejados y aspecto característico de esta parte del sur de Francia, sobresale la «Catedral Saint-Marie». En 1998 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y se construyó donde originariamente se había localizado una catedral románica, destruida por un incendio en 1285. La actual fue reconstruida en estilo gótico y sus peculiares agujas, distintivas del perfil de Bayona, se añadieron en el siglo XIX. Su claustro, uno de los más importantes de Francia, es de los siglos XIII-XIV. Por la estrechez de las calles no es fácil tener una perspectiva global de todo el conjunto desde sus cercanías, pese a ello el acceso es imponente y el interior, muy vistoso. En nuestro caso, en un día gris y con obras en sus inmediaciones, quedamos francamente impresionados al entrar por su elegancia, austeridad y en algunas zonas, cromatismo.

Fuera, en lo que se conoce como «Gran Bayona», vale la pena pasear por sus calles, con una amplia propuesta de tiendas, talleres de artesanía, cafeterías o restaurantes y que conducen sin miedo a perderse a «Les Halles»: el mercado, que los sábados suele complementarse con hasta 60 paradas de verduras, quesos o pescados. De entre estas calles y para tener alguna referencia, son interesantes, por ejemplo, la «rue des Faures» o la «d’Espagne».

Interior de la chocolatería «Chez Cazenave», originaria de 1854. / @IRV

«Petit Bayonne»

Y si hay una Gran Bayona, también hay otra pequeña, «Petit»: ésta más asociada a su carácter euskaldún y descrita por la propia oficina de turismo de la ciudad como «popular, viva o dinámica». Llaman la atención sus graffittis y muestras de arte urbano, así como espacios com la iglesia de Saint-André y el ‘Trinquet’ del mismo nombre. Éste último es uno de los frontones más antiguos del país, del siglo XIX y destinado sobre todo a la pelota vasca. En esta parte también cabe reseñar el Museo Vasco y de Historia de la población, ubicado en la maison Dagourette, casa portuaria del siglo XVI.

Acabamos este pequeño repaso con un establecimiento histórico y muy famoso de Bayona: llevan más de 150 años en activo, ofreciendo algunos de los mejores chocolates y más populares de toda esta parte de Francia. Se llama «Chez Cazenave» y se caracteriza por su variada oferta, servida en un salón de té de decoración llena de espejos y vidrieras del siglo XIX. Suelen hacerse colas, con lo que es recomendable ajustarse a sus horas de apertura, para disfrutar con calma de sus chocolates espumosos y que sirven -por su sabor algo amargo, muestra de su calidad- con un vasito de agua y que se puede complementar con algún dulce. No defrauda. //

(Más fotos y contenidos en nuestro perfil de IG: @ev_revista)

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