Mediados de mayo, Barcelona todavía no ha entrado en la fase 1 de la desescalada por la pandemia de covid-19 que ha causado verdaderos y graves estragos entre la población. De todos modos, pasado ya lo peor y con las franjas horarias para poder salir a dar un paseo, las calles empiezan a llenarse de gente, especialmente en puntos muy concretos. De camino al Poblenou de Barcelona, uno de los barrios que progresivamente cada vez se está poniendo más de moda en los últimos años, nadie o muy poca gente en el camino. Cerca del edificio del Auditori y el Palau Nacional de Teatre, casi nadie. Enfrente, a tocar de los nuevos Encantes, también aspecto prácticamente desértico. Un pequeño poblado protegido con una gruesa cadena de hierro llama algo la atención y da cobijo a gente que sobrevive como puede. En la Rambla de Diagonal Mar, imponentes, sofisticados edificios. La zona está experimentando una aceleración espectacular. Es uno de los grandes distritos que más rápido crece y que mayor interés está despertando entre las compañías. Allí se sitúa el que se conoce como Distrito 22@, donde se ubican muchos proyectos de destacadas tecnológicas. También universidades, equipamientos públicos, importantes conglomerados mediáticos. El impulso es notorio.
Por la parte de atrás, más cercana al mar, discurre el núcleo, corazón vecinal del Poblenou. En la Rambla, que es perpendicular al frente marítimo, mucha, mucha gente. La densidad, como también en Diagonal Mar, es otra cosa. De hecho, de esta parte es de donde han circulado imágenes cuestionando las medidas de desconfinamiento y el mayor o menor grado de concienciación de los ciudadanos a la hora de respetarlas y mantener todavía una gran prudencia frente a un virus que ha dejado en todo el país miles de muertos (casi 30.000) y una cifra altísimas de contagiados (de las más altas del mundo, bastante por encima de las 250.000 personas). En la Rambla, colas ante varios establecimientos. Se llevan la palma algunas panaderías conocidas por sus exquisiteces.
Ya cerca del mar llama la atención una pequeña casa de planta baja y primer piso entre tanto edificio de cierta altura. En la fachada, decenas de papeles, dibujos, flores… Y gente leyendo y mirando tratando de entender el por qué del aspecto tan singular de esta vivienda. En uno de los escritos se puede leer, en catalán: «Salvem la casa de l’Assumpta». Se trata de una campaña vecinal que ha recogido decenas de firmas y que insta al Ayuntamiento a preservar por motivos sociales e históricos la casa cuando su inquilina ya no esté y que no la venda a grandes empresas o ‘fondos buitre’, como según se informa precisamente en un reportaje en TV-3 dedicado a la gentrificación que está viviendo el Poblenou.
En dicho reportaje, en la web , se recuerda que apenas hace 30 años nadie sabía mucho de este barrio caracterizado por la abundancia de naves industriales abandonadas y que no revestía especial interés. Los Juegos Olímpicos de 1992 iniciaron la transformación. Hoy, las cosas han cambiado mucho y se calcula que en unos cinco años podrían llegar al barrio unos 25.000 trabajadores. Se construyen hoteles y edificios de 10-12 plantas a gran ritmo y vecinos de toda la vida no pueden hacer frente a la fuerte presión inmobiliaria, el alza de precios, las renovaciones de los contratos de alquiler, derribos de casas, compra de solares, etc. Según se cita en dicho reportaje, se trata de otr episodio más de esa temida gentrificación que se está expandiendo por muchas ciudades como la propia Barcelona, Londres, Berlín, San Francisco o Múnic. Mientras, «la casa de l’Assumpta» aguanta, con el apoyo del barrio, de forma casi pírrica en una batalla titánica. //
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