Llega el verano y es momento del movimiento masivo de gente hacia una de las costas más bonitas de la Península y del mundo como es la Costa Brava catalana. Cadaqués y Calella puede que sean dos de los municipios más populares y de proyección nacional e internacional pero Tossa de Mar tampoco les va mucho a la zaga. Su muralla medieval es muy llamativa y es la única que se conserva, el único ejemplo, que se mantiene en pie de todo el litoral catalán, que no es poca cosa.
Desde 1931 está declarada como Monumento histórico y artístico nacional y no es de extrañar. Su éxito entre los visitantes es tal que incluso en días nublados y feos como el de nuestra visita esta pasada primavera, el centro y el conjunto del pueblo, estaba abarrotado de gente. Esa es otra de las premisas: paciencia y calma para la visita. Es recomendable dejar el coche en cualquiera de los aparcamientos -ya hay algunos habilitados y de pago pero puede que sean la mejor opción si no se va a estar muchas horas- para iniciar la ruta primero hacia la playa. Y después, en dirección a la colina sobre la que se encuentra la muralla medieval, que data de inicios del siglo XIII. Hoy todavía se conservan cuatro torreones y tres torres.
Las más conocidas son la torre de Joanàs, que preside la bahía, la de las Horas y la de Es Codolar o también conocida como la del Homenaje que domina la playa del mismo nombre (Codolar). La de las Horas se conocía así porque en época medieval era el único reloj público de la villa. En lo alto, donde hoy está el faro, había por aquel entonces el castillo del que no se ha conservado nada. La villa conocida en catalán como ‘Vila Vella’ llegó a tener en su momento de mayor apogeo hasta 80 casas, muchas de ellas construídas aprovechando la muralla como pared del fondo de la vivienda. Esta parte es, sin duda, una de las más bonitas del pueblo. Preciosa, el pavimento de sus calles está hecho de guijarros.
En el siglo XVI la villa creció y superó los límites de la muralla. De entonces destaca uno de los barrios, típico de pescadores e interesante de visitar: el barrio de sa Roqueta. Otro de los espacios interesantes es el frente marítimo que, vista la parte amurallada, vale la pena seguir en sentido opuesto hacia la playa de la «Mar Menuda» y que en días como el de nuestra visita da pie a imágenes muy poderosas con el mar chocando con fuerza, fiereza, contra las rocas.
También, para aquellos interesados en la parte histórica y no muy lejos de uno de los grandes aparcamientos de este pueblo, se conserva -de acceso gratuito- parte de la antigua villa romana de los «Ametllers» (almendros). Dedicada fundamentalmente a la parte agrícola y exportación de vinos, data del siglo I a.C. y estuvo en funcionamiento hasta el siglo VI d.C. Se encuadró dentro de la antigua provincia romana de Tarraco. De un periodo bastante posterior destaca la antigua iglesia de estilo gótico tardío de Sant Vicente, del siglo XV y que se construyó donde anteriormente había una románica erigida en el siglo XI y que estuvo en uso hasta el siglo XIII.
Tossa es, por lo tanto, interesante por muchos motivos, a los que añadir, por supuesto, la comida. Tiene una curiosa y personal oferta de dulces que promocionan com propios del pueblo, así como una gran variedad de pescados. Hay infinidad de restaurantes y locales, habida cuenta de la importancia del turismo para la población. Y los menús pueden oscilar entre los más exquisitos y sofisticados hasta los más tradicionales u otras fórmulas más accesibles para todos los publicos -para estos últimos hay que buscar y mejor reservar con antelación porque van muy buscados-.
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