Esslingen, centro histórico medieval y tierra del primer vino espumoso alemán

Día gris, de lluvia y hasta algo de frío. Nuestro paseo por la zona de Stuttgart este verano no se caracterizó precisamente por un sol radiante -solo a excepción de los últimos días en Múnich donde por fin hubo algo más de luz, color y temperatura-. Así nuestra visita a Esslingen am Neckar estuvo condicionada por un clima poco benévolo que, en cualquier caso, no nos impidió dar una buena vuelta por su centro histórico medieval y también sorprendernos por la inesperada presencia de viñedos y descubrir que se trata de una zona típica de vinos espumosos.

Desde abajo, en la parte algo más comercial y moderna -puede que menos interesante, aunque eso va a gustos-, subimos para encontrarnos rápidamente con un puente algo curioso y con cierto encanto, barroco, muy florido, cuidado, que sirve de antesala a la zona histórica, la Ciudad Vieja, con más de 1.200 años y una de las más antiguas conservadas de Alemania -no pueden olvidarse los duros estragos causados en el país por la Segunda Guerra Mundial-. Más de 800 edificios históricos se suceden unos a otros para conformar un conjunto característico y muy propio tanto de esta ciudad como de esta parte del centro de Europa.

De entre ellos, puede que uno de los más destacados sea el Ayuntamiento con su fachada de estilo renacentista algo recargada pero muy reconocible y con cierto interés. En lo alto de una cima también llama la atención la silueta de un castillo, hasta el que tratamos de llegar con la esperanza de visitarlo. Nos antecede una pequeña -o no tanto – subida de más de 300 escalones, que superamos para darnos con una verja algo vetusta que nos cierra el paso e impide proseguir el camino. Nos informamos  y el Castillo en general no es visitable. En cualquier caso, bajo nosotros se extienden toda una serie de viñedos que nos permiten descubrir otra faceta de esta interesante ciudad.

Esslingen es conocida no solo por su bonito casco antiguo de origen medieval sino también por ser el primer lugar de Alemania en contar con una bodega de vino espumoso. Se llama Kessler en honor a su fabricante que a comienzos del siglo XIX se trasladó hacia la región de Rennes para conocer el proceso de producción del champán, que más tarde adaptó a esta región para resultar en el primer vino espumoso del país.

Bonita estampa la de los viñedos sucediéndose unos a otros en perfectas hileras, que nos sirve de perfecta postal antes de nuestra parada para comer y seguir más tarde con otros lugares de esta región de Alemania. Por cierto, la comida sirvió para sorprendernos con la generosidad de las raciones en este país que también nos encontraríamos en otros lugares aunque no en los más turísticos -seguramente más avispados y por la labor de sacar más réditos de sus muchos visitantes-.