Es todo un espectáculo y, es por ello, que está considerada como una de las foces más impresionantes de toda Navarra, que ya de por sí destaca por sus parajes y propuestas naturales. Situada a unos cincuenta kilómetros de Pamplona, en la parte este de la comunidad y ya muy cerca de los Pirineos, el mirador de Iso es probablemente el más vinculado estrechamente con la Foz de Arbayún, que cuenta con un amplio balcón construído, con unas imponentes panorámicas sobre los abruptos acantilados de más de 200 de alto ‘no aptas para los más aquejados de vértigo’.
El mirador, por lo tanto, es de los más conocido sobre esta zona de Navarra y una de las principales recomendaciones para la visita. Al atardecer puede, en cualquier caso, que pese a la calidad de la luz no sea el mejor momento para acercarse ya que buena parte de la Foz queda en sombra. No sabemos si las primeras horas de la mañana serían una mejor opción, aunque valdría la pena considerarlo. También, a tener en cuenta, los distintos itinerarios establecidos y que se pueden completar. Algunos, como el nuestro, son recomendables para toda la familia: fáciles, cómodos y no demasiado (o muy poco) exigentes a nivel físico.
El nuestro comienza en el pueblo de Usún. El desvío se coge a la mitad del pueblo de Domeño, pasado Lumbier y en dirección a Ochagavia y Navascués. Seguir las indicaciones de los centros hípicos (reconocibles por la forma de la cabeza de un caballo, de color amarillo) es una buena forma de no perderse y llegar al punto de inicio de forma fácil y sencilla. El coche se deja a la entrada de Usún para comenzar a los pocos metros (puede que un centenar) un recorrido circular de unos cuatro kilómetros, que se puede hacer en unas dos horas (o algo más si se quiere disfrutar de las vistas, las pozas, el río Salazar, etc.) y que no entraña mayores problemas.
En uno de los puntos, se cruza un puente, más o menos a mitad de camino, en el que vale la pena detenerse y no solo pasar. Desde sus márgenes, agachándose y acercándose al agua (con cierta prudencia) se descubren perspectivas de las paredes de piedra, la vegetación y el curso del agua de gran belleza. Antes, durante el recorrido habremos dejado atrás centros hípicos (con sus obvios y elegantes caballos, que son también habituales del camino. De hecho, se ofertan excursiones con ellos por todo el trayecto, fáciles de ver).
También, a poca distancia del puente se encuentra la ermita de San Pedro. De hecho, las indiciaciones hacia esta ermita pueden también facilitar en casos de duda tomar el camino más adecuado. La ermita no es que sea llamativa y por nuestra experiencia estaba cerrada, pero le añade un elemento más a un recorrido ya de por sí muy interesante. Lo es sobre todo, lógicamente, por su vertiente natural y por estar considerada toda esta zona como Reserva Natural y Zona Especial de Protección de Aves (y, en particular, del buitre leonado). Aspectos, estos últimos, a tener presentes para ir levantando la cabeza de vez en cuando. La presencia de aves es frecuente, de ahí que se puedan llevar también prismáticos o en el caso de fotografía un teleobjetivo bastante largo para verlas con más detalle.
Esta foz cubre una distancia de cerca de 6 kilómetros de longitud y, en algunos puntos, los acantilados, según leemos pueden llegar hasta los 400 metros de caída; los que se divisan desde el mirador son de los más impresionantes (como se ve en la foto de inicio). Motivos sobran, por lo tanto, para ir y, si se puede, fuera de temporada, ya que la experiencia (fue nuestros caso) se puede hacer casi en solitario.
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