Es la gran ciudad del sur de Italia, repleta de historia, comercio, ajetreo, desorden, cierta decadencia, fútbol o religión. Nápoles es una ciudad con una fuerte personalidad, que no deja indiferente y que debe parte o mucho de su encanto a su aparente caos que deriva de sus gentes o aspectos singulares pero de importante y evidente significado -no baladí- como que cuente con una calle, de San Gregorio, donde durante todo el año estén expuestas y se puedan comprar figuras del belén. San Genaro, por cierto, es su patron y se cree que sus reliquias -una botella con sangre- descansan en la que se considera el duomo -catedral de la ciudad-, «Santa María de la Asunción».

Espectacular o imponente esta última, es de corte gótico y neogótico, pertenecientes respectivamente a los siglos XIV y XIX. El acceso es gratuito y la vista por encima de las cabezas, en los techos, impresiona. El aura, vibraciones, también. No sabemos si será por ello pero Maradona, tanto por esta parte algo mística- religiosa- como por el perfil más o menos humilde de Nápoles en relación al opulento norte de Turín o Milán -y muy obvio en el terreno del fútbol- quedó encandilado, conectó y se convirtió -gracias también a destacados méritos deportivos traducidos en títulos, como la primera Liga del equipo de la ciudad en su historia- en una figura muy admirada, respetada y transformada casi en una especie de ‘semidios’ terrenal, que les devolvió en los ochenta parte del orgullo y dignidad olvidadas.
Nápoles cuenta con un extenso y abigarrado centro -uno de los más grandes de toda Italia y también de Europa, con 17 kilómetros cuadrados- con barrios populares y muy conocidos como los de San Giuseppe, Avvocata o Pendino y que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO a mediados de los años noventa del siglo pasado. Y no es de extrañar, gracias también a espacios monumentales como la Plaza del Plebiscito que debe su nombre a la votación del 21 de octubre de 1860 que llevó a la anexión del Reino de las Dos Sicilias o a edificios en esa misma plaza como el Palacio Real, de 1600, de arquitectura borbónica y que durante cerca de 300 años fue centro de poder en el sur del país.

Dicho palacio alberga hoy la Biblioteca Nacional, con alrededor de 3.000 volúmenes o el Teatro de San Carlo. Este merece mención aparte al ser construído por el rey Carlos III en 1737 como demostración de poder y ostentación y que es el más antiguo todavía en funcionamiento tanto de Italia como del mundo. De hecho, se puso en marcha 41 años antes que el de la Scala en Milán o 55 antes que el de la Fenice en Venecia.
Todavía sin salir del centro, cabe reseñar una Nápoles menos conocida, que no está a la vista sino escondida a casi 40 metros bajo el suelo: la Napoli subterránea, que permite un viaje en el tiempo de más de 2.400 años, hasta época griega, lleno de túneles, galerías y cisternas. Y cuyo acceso se localiza al lado del Monumento a San Gaetano, en la Via dei Tribunali. La historia, precisamente, de esta ciudad es muy longeva, nos traslada hasta el siglo VIII aC cuando por entonces llevaba el nombre de una sirena: Parténope. Serían los griegos quienes en 470 aC pasaron a conocerla como «Neapolis» (ciudad nueva). 27 siglos que han dado mucho de sí, haciendo de ella durante amplios periodos de tiempo uno de los puertos comerciales más importantes del Mediterráneo y cayendo bajo dominio bizantino, normando, suevo, angevino o borbónico (en este último caso, durante cerca de 200 años).

Acabamos este pequeño repaso con dos menciones: una, al «Castillo del Huevo», que debe dicho nombre a una leyenda atribuída a Virgilio por la que en el castillo se escondió durante mucho tiempo una caja con un huevo asociado al devenir de la propia construcción. El castillo, llamativo, se encuentra muy cerca del puerto. Y la segunda, por supuesto, a la pizza. Y es que Nápoles y toda la región de la Campania está considerada como la zona por antonomásia asociada a dicho manjar. De hecho, es parada obligada de cualquier cocinero que quiera dedicarse para imbuirse de algunos de los mejores profesionales del sector. //
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