Nuestro primer personaje histórico va a ser la primero polaca y después francesa Marie Curie. Una mujer para la que el calificativo «extraordinaria» se queda corto. Fue la primera en muchas cosas: algunas tan increíbles como conseguir dos Nobel, licenciarse en la universidad, conseguir una cátedra, impartir clases o ser una de las pocas mujeres enterradas en el Pantéon de Hombres Ilustres de París. El artículo que publicamos se basa en el libro, muy bien documentado, de la escritora y periodista Rosa Montero, y que lleva por título «La rídicula idea de no volver a verte». En él hacemos un repaso por los grandes hitos de esta mujer, Madame Curie, y todas las vicisitudes a las que tuvo que hacer frente: probablemente una de las más dramáticas fue la muerte de su marido a los once años de matrimonio y que supuso un varapalo duro de superar. Padeció varios episodios de depresión y una muerte prematura a causa de las radiaciones emitidas por el radio y polonio con los que investigaba. Verdaderamente, una historia que vale la pena conocer: llena de esfuerzo, perseverancia pero también momentos de dicha, alegría y sosiego.
A continuación os ofrecemos uno de los fragmentos para ir abriendo boca:
Orígenes
Marie no lo tuvo nada fácil ya desde su infancia. La verdad es que su vida está llena de desgracias u obstáculos durante periodos bastantes largos. Nacida en el seno de una familia de origen aristocrático venida a menos, sus padres eran profesionales cultos e inteligentes pero sin muchos recursos. De hecho acabaron por alquilar habitaciones a estudiantes para poder subsistir. El padre, Wladislaw, era profesor de física y química en el Liceo; la madre, Bronislawa, era directora de una prestigiosa escuela para niñas. Tuvieron cinco hijos, todos niñas menos un varón. Marie fue la última. Su nombre al nacer era Marya Sklodowska. El año de su nacimiento, 1867; y el lugar, Varsovia, en una época en la que el territorio de la actual Polonia pertenecía a Rusia, Austria y Prusia. Al poco de nacer Marie la familia se trasladó a las afueras de la ciudad. El padre había conseguido un trabajo como subdirector que obligó a la madre a renunciar a su trabajo y que la llevó a caer en un profundo abatimiento que, según se dice en el libro, la hizo encerrarse en sí misma y alejarse de sus hijos. Parece que se volvió distante, poco afectiva haciendo del contacto
físico un hábito extraño. Según leemos, «Marie se sintió por ello rechazada».
En 1874 la hermana mayor murió de tifus y cuatro años después fue la madre la que sucumbió a la tuberculosis. Nuestra protagonista apenas tenía once años por aquel entonces. En el instituto fue una buena estudiante, se le daban bien todas las materias, tanto de letras como de ciencias pero acabó inclinándose por estas últimas. De hecho era seguidora del positivismo de Comte que elevaba a las grandes alturas a la Ciencia y relegaba a un segundo plano la fe en la religión. Acabó los estudios a los catorce años ya que no estaba permitido, era ilegal, el acceso de las mujeres en Polonia a la universidad. Marie, perseverante, previo a un pequeño episodio de depresión no quiso renunciar a sus aspiraciones.
Todo el artículo, ya lo sabéis podrá leerse en la versión en papel que esperamos publicar este mes de febrero. También, no lo descartamos, podrán irse descubriendo algunos fragmentos más de este artículo, en esta página web; así que os invitamos a ir siguiendo nuestra evoluciones.
Como complemento, aquí a continuación os dejamos el link a una conocida y entrañable serie de dibujos en las que se repasan algunos de los inventores más destacados de nuestra historia. ¡Una forma simpática de hacer un recorrido por la vida Marie Curie!
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