La entrada desde la calle a esta parroquia te deja sin palabras. Nada desde el exterior te hace presagiar el festín de colores y formas que te espera al acceder a esta maravillosa parroquia valenciana, combinación gótica y barroca. En 2016 se acabaron los trabajos de restauración de los murales que ornamentaban las paredes de sus bóvedas y muros y que explican la vida y milagros de los dos santos que dan nombre a esta construcción: los santos de San Nicolás de Bari y de San Pedro Mártir.
Han sido cuatro años de arduos trabajos, un presupuesto de 4,5 millones de euros sufragado por la fundación privada Hortensia Herrero (dirigida por la esposa de Juan Roig, propietario de Mercadona) y más de 41.000 horas de un equipo multidisciplinar que ha conseguido recuperar el original brillo y luz de sus paredes haciendo de este espacio religioso uno de los más espectaculares de Valencia sin demasiado -sinceramente- que envidiar a la delicadeza y belleza de la gran referencia: la Capilla Sixtina del Vaticano. De hecho, ambas han compartido restaurador, Gianluigi Colallucci, de 87 años. En el caso de la valenciana, en categoría de asesor y que se ha maravillado por los resultados obtenidos y que parecían al comienzo casi un imposible. El conjunto de las obras, que han incluido actuaciones de consolidación arquitectónica de esta construcción, están consideradas entre las más importantes de estas características llevadas a cabo en los últimos años en toda Europa.
Sus más de 1800 metros cuadrados de pinturas hacen pequeños los cerca de 800 de la Capilla Sixtina. Esta parroquia, que data del siglo XIII y fue ampliada y reformada posteriormente en siglos siguientes (en buena medida por intervención de la familia Borja) es hoy uno de los grandes atractivos de Valencia, tanto de su oferta cultural como, por supuesto y en unos momentos actuales de crisis tan necesarios, turística. La parroquia de San Nicolás, como así se la conoce popularmente, deja de este modo la oscuridad de las últimas décadas y recupera su color original (las pinturas, de 1700, fueron obra de Dionís Vidal, discípulo de Antonio Palomino). «Viva la Capilla Sixtina valenciana», le mandó por móvil Colallucci a la principal responsable del proyecto, Pilar Roig, catedrática de la Universitat Politència de València, el día de la presentación pública de los trabajos realizados.
(En el número 05 de «EV» en papel aparece el artículo completo con una amplia variedad de fotografías. Sale a la venta este mes de febrero)
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