Ya había ido alguna que otra vez y me había gustado bastante pero ésta venía aconsejado por una persona (que me acompañaba) buena conocedora de los locales -muchos- con más solera de Barcelona. Domingo, pasada la hora de comer y nosotros buscando algún sitio donde picar algo. Cogemos el Paseo Joan de Borbó después de dar un agradable paseo bajo un sol suave de febrero. Mucha gente, como de costumbre. Nosotros teníamos ya el rumbo claro. Destino: «La Bombeta», uno de los locales de tapas típico y auténtico del barrio marinero -aunque con matices- de la Barceloneta.
A medio camino aunque más cerca de la estación de metro de la línea amarilla de Barceloneta que de la arena de la playa, torcemos a la derecha para coger la calle de la Maquinista. A escasos metros un grupo de personas esperando es una clara señal que hemos llegado a nuestro destino. Preguntamos tiempo de espera, que no es demasiado (incluso razonable, sobre unos 20 minutos), cogemos turno y dejamos nuestro nombre. Desde fuera percibimos el ajetreo de los camareros y los cocineros pero también descubrimos la actitud relajada e inclusa satisfecha de los comensales. Buena señal para no desistir en nuestro intento. La cola avanza. Apenas un par de personas, otra pareja y ya será nuestro momento.
Salen a llamarnos. Entramos, cogemos mesa cerca de la barra, pedimos un par de cervezas (bien fresquitas) mientras echamos un vistazo a la carta. Tapas: «La Bombeta» es sobre todo especialista en eso. Y tratándose de la Barceloneta, las dominantes son las de pescado: sepia, calamares, chopos, pulpo… Entran por los ojos y también sientan muy bien en el paladar y el estómago. Eso sí, nada de buscar o esperar presentaciones muy sofisticadas o minimalistas. Aquí se sirve como se ha hecho siempre. Antes de comer, en cualquier caso, nos damos cuenta de una frase, evidente declaración de intenciones y delatora del carácter del local: «No hablamos inglés pero hacemos unas bombas cojonudas».
Cierto, las bombas están muy buenas. Hechas a base de puré de patata y rellenas de carne, el picante de una ligera y sabrosa salsa de tomate combina de forma muy correcta con el ‘all i oli’. Acierto total. Para nosotros, por su tamaño, se trata de unas bombas en toda regla aunque los camareros las pidan a la cocina en diminutivo. Avanza la tarde y el restaurante se va vaciando. Hemos oído hablar multitud de idiomas. «La Bombeta» es -por lo que vemos- una de las preferencias de los visitantes a la ciudad y a este barrio, que en los últimos años vive inmerso en la polémica por la saturación turística.
Al fondo, en una de las paredes nos fijamos en una fotografía, leemos el nombre del protagonista: Paul Bocuse. Creemos entender qe se trata de una foto firmada -puede que dedicada- de uno de los grandes cocineros franceses, maestro de la alta cocina, ya fallecido en enero de 2018. Pequeño detalle que redondea el sabor de este lugar, que recomendamos y al que esperamos volver algún día (a poder ser, no muy lejano).
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