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El Puente de Carlos, uno de los más curiosos del mundo y gran símbolo de Praga

El Puente de Carlos es un puente pequeño o relativamente pequeño pero con mucha personalidad y también presencia en el cine. Data del siglo XIV o incluso antes y es el protagonista de uno de los artículos que conforman el monográfico que hemos publicado sobre la capital checa en formato papel, tipo libro, muy visual pero también con contenido y que quiere ser una buena aproximación a esta interesante ciudad. A continuación reproducimos un extracto de ese primer artículo sobre el Puente más conocido de Praga y uno de sus grandes reclamos para los visitantes.


> Aparece en muchas películas como escenario predilecto para ambientar escenas de acción pero también entre la bruma para recrear otras ciudades como Londres, Budapest o Viena en ambientaciones más esotéricas o de vampiros.

El Puente Carlos es probablemente uno de los más espectaculares de Europa, reconocible y con personalidad. Su fama es la que hace que cientos o miles de personas en temporada alta se concentren en sus algo más de 500 metros (516 m.) de longitud por 10 de ancho. De hecho, al ser uno de los lugares más llamativos e interesantes de la capital checa, es francamente fácil llegar a sus inmediaciones, especialmente si el recorrido lo iniciamos –como es habitual- en la Plaza del Ayuntamiento Viejo. Desde allí para llegar solo hay que seguir el caminar ligero de unos o distraído de otros para alcanzar el punto de origen desde la Ciudad Vieja al Puente y que lleva hasta el otro lado del río Moldava, conectando con la parte de Mala Strana y el Castillo –extraordinario- en lo alto.

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En el punto de partida del Puente destaca una torre, vestigio de las construcciones defensivas de esta parte de la ciudad, con reproducciones de las figuras originales localizadas sobre el arco apuntado de los reyes Wenceslao IV, San Vito y Carlos IV, y los santos Alberto y Segismundo. Todas ellas, obras del taller del constructor encargado del proyecto Peter Parler, que construyó este puente a mediados del siglo XIV. También en esta zona, en el lado opuesto de la Torre, destaca la Iglesia de San Francisco de los Cruzados, erigida en honor a esa figura, de estilo barroco, dedicada al mártir católico y levantada a mediados del siglo XVII. Merece, sin duda, la visita con un interior llamativo y elegante.

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Fuera, se repiten las escenas de turistas y visitantes tomando un descanso o cogiendo aire, admirados, ante este sensacional monumento que en su momento era continuación del Camino Real hacia las dependencias del monarca y la Corte. En el comienzo mimos, artistas, músicos y comerciantes de la más diversa índole te dan la bienvenida y se van repitiendo a lo largo de todo su recorrido que conforman 16 pilares y que dibuja una pequeña curvatura. Traducido, el pavimento no es perfectamente plano como es fácil de observar y constatar.

A ambos lados, esculturas de reyes, caballeros y de temática religiosa captan nuestra atención. Fueron realizadas por algunos de los mejores escultores del momento. Destacan, entre otras, las dedicadas a la Crucifixión de Jesús, la Piedad o el grupo dedicado a los santos Juan de Matha, Félix de Valois e Iván, custodiados por una figura conocida como el “Turco del Puente”, que los vigila ayudado de un perro feroz. Cabe reseñar, asimismo, también, la escultura en bronce dedicada a San Juan de Nepomuceno, santo que no solo encontramos en este parte de Praga sino que adquiere protagonismo en muchos otros puntos de su geografía. Aquí, en el Puente, es habitual ver a muchos de los paseantes acercarse a ella y llegar a tocarla dotándola de mayor misterio y magia. Dicen que da suerte. Cuenta la leyenda que el santo fue arrojado al río precisamente desde este punto el 16 de mayo de 1383.

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Acabando de cruzar, después de divisar la ciudad y el río desde ambos lados del puente, nos espera otra torre, de diseño y color bastante distintos al primero. En realidad se trata de un pequeño conjunto conformado por dos torres y que, en parte, data de algo más atrás. La torre más pequeña corresponde al primer puente de piedra erigido entre 1158 y 1160 que se construyó en esta parte de la ciudad y que por entonces se conocía como el Puente de Judith, mujer del rey Ladislao I. La segunda, de estilo gótico tardío, es de 1464. El nombre actual de este puente, por el que se le conoce desde finales del siglo XIX, debe su nomenclatura al rey Carlos IV que fue el encargado de su ejecución en el siglo XIV.

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Cruzando por debajo del arco entre ambas torres y zigzagueando entre la gente mientras posa y se hace su selfie correspondiente así como entre los paraguas para el sol cada vez más habituales, llegamos a la zona de Mala Strana. A apenas unos cincuenta metros se divisa una plaza amplia dominada por la Iglesia de San Nicolás, construida por los jesuitas en el siglo XVIII donde originalmente se encontraba otra construcción religiosa del siglo XIII aunque mucho más discreta. Capta nuestra atención solo cruzar la última parte del puente (…)

(Todo el artículo completo, así como muchos otros sobre el centro histórico, el Castillo o la parte nueva pueden leerse en el libro monográfico sobre Praga que puede comprarse a través de nuestra web en: evrevista.com/compra-on-line)


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