Fue y es uno de los pintores universales más respetados y cotizados del mundo pero del que la mayoría del público -no especializado- poco sabe (y entre los que nos incluímos). Recordamos las típicas imágenes de los girasoles, los cielos estrellados y de formas ondulates semejantes a las olas del mar, y también la curiosa, extraña y algo esperpéntica y sádica anécdota de la oreja cortada por amor. La realidad, no obstante y como es lógico, es que la vida del artista holandés fue bastante más compleja e interesante de lo que uno pueda pensar.
Para ello, para descubrir y conocer con algo más de detalle su vida y obra, en el Port Vell de Barcelona desde el 14 de marzo y hasta el 2 de junio se puede visitar la exposición «Meet Vincent van Gogh Experience», realizada por los responsables del Museo Van Gogh de Ámsterdam, por el que pasan cerca de dos millones de visitantes cada año. En Barcelona una carpa enorme permite a través de audiovisuales, grandes reproducciones, una audioguía (incluída en el precio de la entrada, que cuesta unos 10 euros) y fragmentos extraídos de las más de 800 cartas que se escribió con su hermano Theo adentrarnos en la vida de este genial y peculiar personaje.
Descubrimos al comienzo de la visita que Van Gogh fue un lector voraz y obsesivo de la Biblia hasta encontrar su verdadera vocación por la pintura, a la que se dedicó en cuerpo y alma con una cierta y repetida preocupación porque sus cuadros algún día se vendieran y que reflejaba en sus misivas intercambiadas con su hermano. Éste, más joven, le conminaba a olvidarse del dinero y que se dedicara a pintar. Hoy algunas de las obras de Van Gogh se cotizan por encima de los 20 millones de euros. En la parte final se reproducen imágenes de una subhasta en la que uno de sus cuadros se vende por más de 50 millones.
Se habla de sus viajes a París y de su huida al campo, al sur francés, buscando paisajes más cálidos y entornos más agradables en los que seguir profundizando en su técnica y en su particuar percepción de la realidad, alejada del realismo y más cerca del puntillismo y del impresionismo, como se puede comprobar en algunas de las instalaciones y reproducciones a tamaño real e incluso aumentadas (también mediante el uso de un micoscopio para descubrir la forma y complejidad de sus trazos, no aleatorios) en la exposición.
Aparece reproducida y teatralizada mediante juego de sombras y siluetas una terrible discusión con el pintor Gauguin, con el que compartió taller y que acabó en distanciamiento y separación entre ambos, como preludio al episodio de la oreja, que según se dice en la muestra se cortó tras una discusión con una prostituta. Después vendría el ingreso en un sanatorio, que acabaría trágicamente con el paso de los meses en la muerte del pintor de un disparo en el campo. Su hermano, Theo, más joven y fuertemente unido al mayor, quiso recopilar y poner en valor el trabajo del artista pero el peso del trauma fue demasiado grande y acabó también por morir apenas un año más tarde que el primero, en 1891. Fue la mujer de Theodore, Johanna van Gogh-Bonguer, la gran artífice y promotora del trabajo y obra de Vincent van Gogh.
Sin duda se trata de una muy interesante exposición, organizada y presentada de forma muy amena, atractiva e interesante que cumple con su objetivo: acercarnos a la vida y pinturas de una figura muchas veces incomprendida, peculiar pero genial, «de vida turbulenta» (como se describe en la informacion oficial de la exposición), que marcó el mundo del arte en aquel momento y también el que vendría más tarde. Van Gogh murió con apenas 37 años. Su tumba se encuentra junto a la de su hermano en Auvers-sur-Oise.
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