Berlín cuenta, en una parte bastante céntrica de la ciudad, con cinco museos muy interesantes. Se conocen como la «Isla de los Museos», una de las mayores concentraciones de arte y piezas arqueológicas del mundo, de gran valor histórico. De entre ellos, sobresale sobre todo el Museo de Pérgamo, que atrae cada año a alrededor de 2 millones de personas (tres, al conjunto de todo ellos). En nuestro último número en formato revista hablamos sobre esta zona de la capital alemana.

» Bajando desde la Parisier Platz, donde se encuentra la Puerta de Brandeburgo, y a través de la avenida Under der Linden se llega a lo que para algunos es uno de los mayores atractivos de Berlín y una de las concentraciones museísticas y de arte más destacadas del mundo. Dejando a la izquierda, un poco antes de llegar, la catedral de Berlín -que merece la pena visitar tanto por su aspecto exterior como interior, francamente interesantes-, se llega a la que se conoce como la Isla de los Museos o, en alemán, Museumsinsel. Se trata de un complejo que aglutina cinco museos y que se construyó entre mediados del siglo XIX y comienzos del siglo XX, en sintonía con lo que también se estaba haciendo por entonces en otras capitales europeas. De hecho, la voluntad de construir museos convirtiendo colecciones reales particulares en públicas es algo que dio pie a la aparición del Louvre en París, el British Museum en Londres o el Museo del Prado en Madrid.
En Berlín el primer museo que se construyó de este complejo, en 1830, fue el Altes Museum o Museo Antiguo. Las colecciones de los cinco engloban un periodo amplísimo. La obra más antigua que puede encontrarse data del año 700.000 a.C. y la más moderna es un trozo de alambre de espino que correspondía a una parte del Muro de Berlín. El museo que más visitantes tiene es el de Pérgamo, con cerca de 2 millones de personas anuales; y, en conjunto, esa cifra asciende hasta alrededor de los tres millones.
Algunas de sus piezas más famosas son las máscaras de la reina egipcia Nefertiti, la Puerta de Ishtar que daba acceso a la ciudad de Babilonia o grandes cuadros de maestros franceses impresionistas como Cézanne o Monet, entre otros. El arte renacentista, romano, griego, barroco, etrusco… tienen gran profusión de espacio y protagonismo en esta parte de la capital alemana.
El primer museo, el Altes Museum, es de corte neoclásico y recuerda al Panteón de Atenas. Destaca, de entre toda su colección de piezas, joyas, esculturas y otros elementos, la escultura de bronce “Joven rezando”, de tamaño natural, esculpida en Rodas y que data aproximadamente del año 300 a.C. La trajo a Berlín el elector Federico el Grande en 1747 y es tal su belleza y factura que tanto Napoleón primero como Stalin más tarde se la llevaron como botín de guerra a París y Moscú, tras sus victorias a comienzos del siglo XIX sobre Prusia y el final de la Segunda Guerra Mundial respectivamente. En ambos casos se consiguió recuperarla y es por ello que hoy se exhibe en la capital germana. También merecen mención especial las colecciones de arte griego y romano, con los bustos de César y Cleopatra incluidos, o la muestra de arte etrusco, una de las más importantes del mundo fuera de Italia.

La máscara de Nefertiti
Cruzando y a una distancia muy corta –de hecho todos los museos están muy cerca el uno del otro, incluso en varios casos, uno enfrente del otro-, se puede acceder al Neue Museum o Museo Nuevo. Éste, junto con el de Pérgamo, es el más conocido. Su imagen más reconocida y popular es la de la máscara de Nefertiti. Hay varias pero una sobresale por encima del resto -es la que aparece en mucha de la documentación e información relativa a este museo. Todas, en cualquier caso, están inspiradas o recrean el rostro de una reina considerada o tomada como canon universal de la belleza femenina. Todas, además, espectaulares. Como anécdota, en el momento de nuestra visita estaba prohibida la toma de fotografías en esa parte del museo y también justo en la siguiente. La máscara más conocida data de 1340 a.C. y es obra de Tutmosis, escultor de la corte. Se encontró en muy buen estado de conservación durante una expedición arqueológica alemana a Armena, ciudad que mandó construir el rey Akenatón, marido de Nefertiti (…)
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