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Cangas de Onís y Lagos de Covadonga

Cualquier visita al Principado de Asturias debe incluir sí o sí una visita a estos dos parajes. Y, en especial, sobre todo, a los Lagos. En cualquier caso, ambos están muy próximos, cercanos o rodeados de los Picos de Europa. De hecho, desde Cangas de Onís salen taxis y autobuses que, en época de afluencia a los Lagos, son prácticamente de obligado uso para acceder después a las preciosas vistas de Covadonga. Cangas de Onís, de todos modos, bien merece una pequeña parada para dar una vuelta y echar un vistazo a su Puente Romano, con su Cruz de la Victoria Colgante y que, según leemos, «es uno de los monumentos más fotografiados de Asturias».

Cangas de Onís rinde tributo a Pelayo, figura clave de la Reconquista y, a su vez, espacio fundamental para entender aquel episodio de la historia de la Península. Alli se estableció la corte de la monarquía asturiana, considerada como «la primera de la Península Ibérica». Además, destaca la ermita de la Santa Cruz, relacionada con la Cruz del Puente Romano, construída sobre un antiguo dolmen en el año 737 y que inicialmente cutodió la cruz de madera enarbolada por Pelayo en la batalla de Covandonga. Se cree que dicha ermita pudo ser la primera construída en Asturias tras la victoria sobre los ocupantes árabes. Hoy está catalogada como «Bien de Interés Cultural». Cangas, asimismo, merece la pena también por su oferta gastronómica -buenos, sus quesos-, por su mercado, celebrado habitualmente los domingos, o por sus artesanías.

Algo más lejos, aunque poco francamente, merecen mención especial los Lagos de Covadonga. Son dos, de origen glaciar, a los que se accede a través de una estrecha carretera de unos 14 kilómetros y que habitualmente hay que hacer en autobús o taxi. Una barrera en su acceso principal corta la circulación a vehículos privados desde muy temprano por la mañana para ordenar el tráfico y evitar masificaciones. Hay varios aparcamientos que conectan con las paradas de autobús y taxi, donde se puede comprar el billete y que operan con una frecuencia muy aceptable, especialmente durante los meses de más visitantes.

El primer lago, o mejor el que queda más cerca de la parada de los autobuses -que es la forma más habitual de subida- se llama de «Enol», está a 1.070 metros, tiene una longitud de 700 metros por 400 de ancho y una profundidad máxima en su punto más hondo de cerca de 25 metros. El otro, de «la Ercina», algo más alto, a 1.108 metros, tiene un tamaño de ocho hectáreas y una profundidad de tres metros. Ambos están rodeados de montañas. Y de ahí que sea siempre recomendable llevar ropa de abrigo, ya que la proximidad de los Picos de Europa hace que sea fácil que sople viento y refresque sobre todo en invierno y en otoño.

Tampoco es extraña la presencia de niebla. En Turismo de Asturias recomiendan en esos casos meterse en alguno de los bares -en lo alto de la montaña hay uno cerca del segundo lago, el que está a mayor altitud- y dejar que pase el tiempo esperando que se aclaren las vistas. También, abajo, cerca de uno de los últimos aparcamientos, también hay algún establecimiento para distraerse con un un café u otro tentempié.

Ambos lagos están bastante cerca, apenas los separa una caminata de algo más de 20 minutos y están perfectamente señalizados y pavimentados. Eso sí, hay algo de subida, con lo que mejor tomárselo con un poco de calma. Cerca de ambos lagos hay senderos que pueden seguirse y también animales. Alrededor, el panorama de las montañas de los Picos de Europa convierte esta parte de Asturias no solo en una de las más bonitas del Principado sino probablemente de todo el norte peninsular.

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