Es uno de los grandes clásicos de la literatura de viajes, obra de un visionario francés, convertido ya desde hace mucho tiempo en uno de los padres fundadores de la ciencia-ficción -junto a H.G. Wells– y uno de los autores más traducidos de todos los tiempos, solo por detrás de Agatha Christie. Por supuesto, hablamos de Julio Verne, escritor, poeta y dramaturgo, que vivió durante gran parte del siglo XIX (1828-1905), de origen burgués y que apostó por la literatura cuando todo hacía presagiar que seguiría los pasos de su padre, abogado.

«La vuelta al mundo en 80 días» recorre la divertida aventura de un caballero británico, Phileas Fogg, junto a su ayudante francés, Jean Passepartout (Picaporte en algunas traducciones en castellano) y que es el contrapunto a su señor. Uno, flemático, educado y cortés hasta el extremo; mientras que el otro es más echado para adelante, diríamos popularmente con ‘jeta’, mundo, calle. Una buena combinación para tratar de cumplir con una apuesta hecha a los compañeros del Reform Club, por la que tratarán de dar la vuelta al mundo en un máximo de 80 días, sirviéndose de los medios de transporte propios de la época: 1872, cuando se publicó la novela. Por cierto, ésta se hizo por entregas: entre ese año y el siguiente, en «Le Temps».
Por supuesto, para muchos de nosotros, uno de los grandes referentes de esta novela son los dibujos animados que tuvieron gran éxito a finales de los ochenta y también los noventa. Ahora, una serie, disponible en plataformas, recupera esa historia, valiéndose de algunas licencias e incorporando al grupo un tercer elemento: una chica joven, periodista, que los acompaña en la versión audiovisual durante todo el viaje. En el original, Verne no otorga demasiada presencia al género femenino, representado sobre todo por la princesa india Aouida, que es rescatada cuando iba a ser sacrificada en su paísy que se une al grupo desde el paso del grupo por allí y hasta su llegada, exitosa y también inesperada, a Londres.

La historia, como no podía ser de otro modo y para darle más morbo y complejidad, cuenta con un personaje que lo dificulta todo y trata de sabotear una hazaña ya de por sí compleja: el inspector de policía Fix, que cree perseguir al supuesto ladrón del Banco de Inglaterra en su huida. Dicho robo sirve, de algún modo, también como pretexto para la apuesta, ya que es Phileas Fogg quien aventura que con el tiempo transcurrido desde el delito y con los medios del momento ya podría estar muy lejos. La cantidad sustraída era de 50.000 libras.
Con todo, seguimos sus peripecias por lugares como París, Turín, Suez, Calcuta, Hong Kong, Shanghái, Yokohama, San Francisco, Chicago, Dublín o Londres, entre los muchos destinos que pisan y donde les suceden múltiples contratiempos que pondrán en jaque cumplir con la promesa hecha y con el dinero apostado: 20.000 libras por parte de Fogg, que podrían suponerle la ruina. El final, sin desvelarlo, da un giro que vale la pena descubrir y que tiene mucho de ciencia.

«La vuelta al mundo en 80 días» cumple con lo que promete: aventuras, entretenimiento y una historia bien construída, exenta, pensamos, de grandes aspiraciones literarias. Una buena propuesta, por cierto, para el verano, para dejar volar la imaginación, gracias a un autor que tiene en su haber títulos como «Veinte mil leguas de viaje submarino»,»La isla misteriosa» o «De la Tierra a la Luna». De hecho, muchas de esas historias se han acabado por convertir, en buena medida, en realidad.
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