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Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido

Uno de los más espectaculares y antiguos de Europa y, probablemente, del mundo que se constituye, según leemos, a comienzos del siglo XX y que adquiere su nomenclatura y estatus actual en los años ochenta, siendo considerado por la UNESCO «Patrimonio de la Humanidad» a finales del pasado siglo. Razones, todas éstas, suficientes para darle valor y un largo e intenso paseo, por este parque de cerca de 15.000 hectáreas de superfície, que se distribuyen por los términos municipales de varios pueblos.

En nuestro caso, llegamos el día antes, de noche y bajo una intensa lluvia -hubo momentos que dudamos si dar media vuelta-, pero al final superamos el aguacero, que duró unos pocos minutos, excesivo y exagerado, y nuestros temores y alcazamos nuestro primer destino: Broto. Allí pudimos descansar para, a la mañana siguiente, plantearnos si acercarnos hasta el Parque. Las previsiones del tiempo no eran muy halagüeñas, pero tampoco lo eran para el resto de días. Al final nos inclinamos por hacerlo y la fortuna, en cierto modo nos sonrío. Llegamos sin problemas tras cruzar el pueblo de Torla, el último antes del Parque Nacional de Ordesa, y aparcamos sin problemas. Las nubes, viento y climatología desapacible hizo que aquella jornada otoñal estuviéramos casi solos durante nuestra caminata (ascensión, asequible, en buena parte).

La ruta fue en total, de subida y bajada, a un ritmo tranquilo (tampoco somos alpinistas), de unas cinco a seis horas, más o menos, con nuestras paradas, obligadas y no negociables, para hacer fotos en espacios espectaculares, como la cascada de la Cueva, cascadas de las Gradas de Soaso o la del Estrecho. Todas, muy recomendables y accesibles desde el mismo camino, sin demasiados problemas y que dan bastante juego y que hay que visitar con el respeto lógico y necesario que exige el sentido común y la naturaleza en general.

Por supuesto, no llegamos hasta arriba, recomendable hacerlo en un par de jornadas, con parada en el refugio de Góriz y que permite el ataque al Monte Perdido, uno de los más altos de todos los Pirineos, con una altitud por encima de los 3.000 metros, y que permite también el acceso a toda una cadena con una decena de cimas sobre esas alturas. Imponente y delicado -hay que ir con cuidado- y uno de los grandes atractivos de este Parque, situado sobre una zona de origen glaciar y donde también, en uno de sus cinco sectores, se localiza el nacimiento del río Cinca, uno de los más importantes y ricos de Aragón. En Broto, el pueblo, una pared calcárea, remite a parte de toda esa naturaleza, impresionante y muy pretérita.


(Fotos y más contenidos sobre esta escapada en nuestros perfiles en Facebook, Instagram y Twitter: @evrevista)

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