Es curioso porque se trata de uno de los monumentos más emblemáticos de Berlín pero, no obstante, pocos reportajes o guías de viajes le dedican un espacio demasiado importante aunque sí se inclinan por su perfil para la imagen de portada. La Catedral de Berlín es monumental, bastante o muy espectacular, con una cúpula interior muy llamativa y unos lazos claros y significativos con el luteranismo y con la principal familia real de Brandenburgo: los Hohenzollern, que gobernaron sobre este territorio durante casi 500 años, hasta finales de la Primera Guerra Mundial.
(A continuación reproducimos un extracto del artículo que publicamos en nuestro número de «EV» dedicado a la capital germana).
Es curioso, llamativo, incluso contradictorio, que uno de los monumentos más reproducidos y espectaculares de Berlín como es su Catedral a su vez aparezca o se le dedique relativo o poco espacio en muchas guías de viajes. Parece un contrasentido que no le hace justicia.
Lo que sí es justo -creemos- es que sea considerada como uno de los grandes reclamos turísticos de la capital germana, además prácticamente imposible de no ver ya que se encuentra en el distrito del Mitte histórico, muy cerca de la “Isla de los Museos” y tampoco no muy lejos de lugares emblemáticos como la Puerta de Brandenburgo.
Al acercarse a esta catedral su aspecto es poderoso, singular. Su cúpula de tonalidad verdosa en lo alto destaca pero no deja intuir lo que después descubriremos una vez dentro. Ahí, su aspecto, de tonos dorados y escenas del Nuevo Testamento y época de la Reforma, recuperados algunos de sus mosaicos incluso en fechas tan cercanas como 2006, le confieren un aspecto y belleza extraordinarios. Es uno de esos monumentos que te sorprenden al entrar. Y eso que sus estatuas y aspecto exterior a su vez también son muy destacados y contundentes. Llaman la atención por su sobriedad, estética y solemnidad.

Neorrenacentista y barroca
Conocida como la ‘tumba de la dinastía de la familia Hohenzollern’, familia que ostentó el poder durante prácticamente 500 años en Alemania en sus distintas formulaciones administrativas a lo largo de la historia, dentro encontramos cerca de noventa sarcófagos correspondientes a esa dinastía real. Entre ellos los de dos monarcas, como Guillermo I y su esposa Sofía Carlota, enterrados en verdaderas obras de arte en tonos dorados y relieves de acabados muy refinados. En la cripta se encuentran muchos de ellos, igual menos suntuosos pero que permiten junto a cuadros y otras esculturas, sumergirse en el espíritu y el ambiente de aquella época. La catedral, inicialmente una pequeña parroquia al lado del río Spree, se empezó a construir en 1465 y no se finalizó, pasando por un sinfín de periodos de renovación, hasta 1905.

De estilo neorrenacentista y barroco, destaca además de por todo lo dicho por ser una de las grandes catedrales de la ciudad y del país de confesión protestante, con un espléndido altar de mármol y ónice. Durante buena parte de la división de la ciudad durante la Guerra Fría, sus feligreses no pudieron asistir a misa ni bautizos o funerales hasta comienzos de los años 80. Hoy no solo alberga ese tipo de ritos sino que también es conocida por sus conciertos y conferencias. (…)
(Podrá leerse todo el artículo íntegro en la versión en papel, que publicaremos este próximo mes de septiembre).
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