Es uno de los monumentos más importantes y espectaculares de Francia. El Pont du Gard romano dicen que está solo, en número de visitantes, por detrás de grandes polos de atracción de visitantes como son la Torre Eiffel y la Catedral de Notre Dame, ambas en París.
El Pont du Gard, en la región del Languedoc-Roussillon, data del siglo I d.C., construido entre los años 40 a 60 de ese siglo y en un periodo muy corto de apenas 5 años gracias, eso sí, al trabajo de aproximadamente un millar de peones. Se realizó bajo el dominio de los emperadores romanos Claudio y Nerón y se desarrolló para canalizar agua hacia la ciudad de Nimes, a una veintena larga de quilómetros. La ciudad francesa había caído bajo el poder romano sobre el año 40 a.C., siendo por entonces una de las poblaciones más importantes de la Galia.

La construcción del acueducto fue un buen y necesario pretexto para realizar una gran obra urbanística, de casi 50 kilometros de largo y superando desniveles de la orografía que supusieron verdaderos retos técnicos perfectamente salvados por los ingenieros romanos. La llegada del agua a la ciudad permitió la construcción de importantes termas, fuentes, alcantarillado… Reportó prestigio a la ciudad, que llegó a los 20.000 habitantes. El acueducto estuvo en funcionamiento, por desgracia, poco tiempo ya que en el siglo IV la falta de mantenimiento facilitó el crecimiento de la naturaleza, la reducción del caudal y su abandono paulatino, que quedó fuera de servicio definitivamente en el siglo VI cuando el dominio de la región se dividía entre visigodos y francos.

En cualquier caso el valor de este acueducto, imponente, de gran altura -es uno de los acueductos romanos más altos del mundo, de 49 metros- no pasó desapercibido para nadie y se conservó durante el transcurso de los siglos. De hecho, ya en el siglo XVI se acometieron importantes trabajos de restauración y en el s. XVIII la autoridades de la región encargaron la construcción de un puente sobre el río Gardon, respetuoso con el acueducto y que permitió el paso sobre las aguas. Hoy es el que se visita y cruza y que permite admirar la monumentalidad de este tramo del acueducto -buena parte de la canalización original iba enterrada-. Sus tres niveles de arcos hacen de él uno de los más llamativos del periodo romano. En el primero encontramos 6 arcos, 11 en el segundo y 47 en el tercero. Su ancho es también otra de sus características más destacadas. El más grande supera los 24 metros.

En 1840 fue inscrito en la lista de grandes monumentos de la Comisión de Monumentos Históricos y desde diciembre de 1995 es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En 1996 se iniciaron trabajos de protección y acondicionamiento histórico y ecológico de esta zona. El acceso es gratuito aunque existen una serie de equipamientos que permiten sacar mayor provecho de la visita (con visitas guiadas en el periodo de verano, un museo o servicio de audioguias). La zona de aparcamiento sí es de pago. La zona, de naturaleza de garriga y típica de clima mediterráneo, con cultivos de vid, cereales y olivos es también otra muy buena forma de disfrutar de este paraje, con el Pont du Gard como gran protagonista gracias a sus espectaculares dimensiones. Senderos a ambos lados permiten también disfrutar de distintas perspectivas sobre este ingenio construido a partir de las mismas piedras calcáreas de la zona, fáciles de trabajar y que, dicen, conservan la numeración original aplicada por los romanos, que se sirvieron asimismo de andamiajes y grúas en una tarea organizativa colosal. //
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