Guggeneheim es sinónimo de Bilbao o Bilbao del Guggenheim. Desde que se inaugurara en 1997 se ha convertido en uno de los grandes iconos de la capital vizcaína y del conjunto del país. Ha contribuido, además, a modernizar la imagen de España aportándole sofisticación. La obra del arquitecto norteamericano Frank Gehry es de una gran complejidad por el uso de sus formas curvilíneas y retorcidas pero también de una gran belleza estética. El titanio de su fachada exterior cambia de aspecto con el paso de las horas y, dicen, representa un buen ejemplo de integración en la trama urbana (seguramente, con matices) que ha servido para revitalizar una zona de muelles venida a menos en las proximidades de la ría del Nervión.
El Museo se organiza alrededor de un atrio central a partir del cual surgen tres galerías conectadas a este espacio principal por torres de escaleras, ascensores de titanio y cristal, y pasarelas. Este Guggenheim cuenta con 20 galerías y un espacio expositivo que supera los 11.000 metros cuadrados. Todo el conjunto está por encima de los 24.000 metros cuadrados.
Fuera, «Puppy», el perrito de flores que se encuentra en la plaza ante la entrada principal del Museo, fue adquirida para la inauguración del museo y luce en ese mismo lugar desde aquella fecha en octubre de 1997. Como el propio museo es también otro de los grandes símbolos de este espacio que por su aspecto simpático y divertido casi se ha convertido en la mascota que antecede el acceso a este interesante espacio. Su aspecto, en cualquier caso, no nos puede hacer olvidar que estamos ante una obra de arte del norteamericano Jeff Koons y que está valorada en más de 10 millones de euros. Otras obras que gozan de una cotización por encima de esa cifra, incrementada por mucho con el paso de los años, son los trabajos de Rothko, «Mamá» de Louise Burgeois o «Barcaza» de Robert Rauschenberg.
Otra de sus obras más destacadas es una enorme escultura del artista Richard Serra, de formas curvas que van desde una doble elipse a una compleja espiral y que se titula «La materia del tiempo». El nombre hace referencia al tiempo cronológico que el espectador tarda en recorrerla por sus diversos pasillos así como al tiempo que la experiencia subyace en el recuerdo, la mente, de éste. Tàpies, Warhol, Chillida o Yves Klein también elevan el nivel de su interesante catálogo -siempre en estudio y ampliación- y que ha servido para que en este tiempo (junto con también otras obras) haya permitido el montaje de un centenar largo de muestras bastante diversas y en algunos casos muy aplaudidas.
Hace unos cinco años, según apareció en la prensa, el Guggenheim ya había generado más de 3.000 millones de euros en ingresos (más de 30 veces su coste de construcción), había superado los 15 millones de visitantes (dos terceras partes, extranjeros) y su colección de más de 125 obras estaba valorada según la casa de subastas Christie’s en más de 440 millones de euros. Cifras que evidencian el impacto de este museo para la ciudad y que, en general, es admirado tanto por los vecinos como por los cientos de miles de visitantes que recibe cada año.
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