Es, sin duda, una de las cascadas más espectaculares de Catalunya, con una caída de 15 metros entre los arroyos de la «Rotllada» y el de «Les Gorgues». Al lado, un agujero poderoso en una de las paredes laterales de piedra, llamado «La Foradada», es el complemento perfecto para hablar de uno de los parajes naturales más llamativos de toda la región. Se encuentra dentro del término municipal del pueblo de Cantonigròs (comarca de Osona), a donde se puede llegar desde el camino que se encuentra detrás del campo de fútbol de dicho pueblo o también se puede ir desde El Esquirol, en un trayecto algo más largo pero que reserva entornos y lugares bonitos como la fuente de «Les Fontiques» o el salto del «Frare» (fraile).
Nosotros lo realizamos desde la misma población de Cantonigròs, que según leemos debe su nombre originalmente a un hostal en el camino real entre Vic y Olot, regentado por Antoni Prat, conocido coloquialmente entonces como «Toni, Gros». Situado sobre los 1.000 metros de altura, el pueblo sirvió durante mucho tiempo como lugar de retiro o recuperación de enfermedades, para periodos de convelescencia… Hoy es un bonito lugar, que ha crecido en parte como lugar de veraneo.
En el caso de La Foradada, tal es la fama que ha adquirido, que ha obligado de la regulación del acceso. Abajo, solo se permiten a la vez 50 personas. Dos chicos, conectados por walkie-talkie, controlan el volumen de visitantes y se requiere de entrada (dos euros por persona y sin limitación de tiempo). Nosotros no tuvimos que esperar mucho para iniciar el recorrido hacia la cascada y que hicimos en una media hora larga, a paso tranquilo, entre abetos, castañedos, robles…
No es un camino particularmente bonito -ojo, porque en algunos tramos resbala aunque está recomendado para toda la familia, siempre que las condiciones de cada uno lo permitan-. Eso sí, el camino vale mucho la pena, visto lo visto. La Forada es un potente agujero en una pared de piedra, imponente. Y la casacada, de 15 metros de caída, impresiona, creando una pequeña laguna que invita al baño (aunque éste, hoy por hoy, por el covid-19 no está permitido como tampoco -según nos comentó unos de los chicos que controlaban el acceso- por las cremas solares, desodorantes, productos químicos… que quedan en el agua. Un tema, nos explicó, que se está empezando a regular).
Familias, parejas, grupos de amigos, personas con animales… Durante todo el rato que estuvimos se fueron sucediendo un montón de personas, que disfrutaban y comentaban animadamente la escena, tratando también de aprovechar los rincones de sombra en un día bastante caluroso pese a tratarse de un lugar bastante escondido y de llegar relativamente temprano por la mañana. Leemos que a primera hora, con la salida del sol, sus rayos se cuelan por el agujero en la pared de piedra creando una escena espectacular. Sea o no cierto -durante nuestra visita la luz no era la mejor, tampoco la hora era la más ideal-, se trata de uno de los espacios naturales más recomendables de Catalunya. //
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