Situado entre Vic y Olot, Rupit (oficialmente desde los años setenta, Rupit i Pruit ya que incluye también un segundo pequeño núcleo de población organizado alrededor de la iglesia de Sant Andreu, a escasos kilómetros del primero y sobre una altura de 950 metros) es «uno de los pueblos más bonitos de Catalunya». La mayoría de sus casas datan de los siglos XVI y XVII, pero su origen se remonta en el tiempo hasta por lo menos el siglo X.
Es precisamente de aquella época, del año 1040, cuando aparece la primera referencia al pueblo de Rupit o, más concretamente, al castillo, que se cree probablemente existiera antes, remontándose a época visigótica. El castillo estuvo bajo dominio de la família Cardona y se erigía en lo alto de un peñasco, en latín llamada «rupes», que significa, según leemos en la web del municipio, «roca» y que daría nombre al pueblo. Guarda o mantiene mucho encanto, con sus calles de piedra y casas de estilo barroco. El castillo, en ruinas, hoy no es visitable, si bien está catalogado desde 1949 como «Bien de Interés Nacional» y está considerado como «monumento histórico».
Destaca, poco antes de entrar en el pueblo, un puente colgante, el «Pont Penjat» (en catalán), que data de 1947, construído por dos hermanos artesanos, un paleta, un herrero y un fondista, que salva el desnivel provocado por un arroyo que rodea Rupit y que hace las delicias de los visitantes. Admite unas 10 personas a la vez y es divertido cruzarlo, si bien hay que ir con algo de cuidado porque la caída al lecho del arroyo es considerable.
En el pueblo, poco antes de llegar a la Plaza Mayor, es interesante la iglesia de Sant Miquel. Es de estilo barroco, con elementos neoclásicos y se construyó entre finales del siglo XIII y comienzos del s. XIV. El campanario es bastante posterior, ya que se levantó entre 1786 y 1869. A pocos metros, se encuentra dicha Plaza Mayor, con el edificio del Ayuntamiento y el colegio del pueblo. Desde allí, hay unas grandes vistas a la ermita de Santa Magdalena, situada a unos 500 metros, sobre un promontorio. Antes de llegar, se cruza un puente medieval, llamado de «Can Badaire».
La ermita es del siglo XVII, si bien su interior y estilo general se asemeja al románico. Pequeña, tiene su encanto. El camino hasta su ubicación no es largo pero es en subida, con lo que conlleva algo de esfuerzo. Las vistas, desde allí -cuenta con una zona ajardinada alrededor- sobre el pueblo son preciosas y permiten perfectamente imaginarse por qué se construyó cerca de mil años atrás un castillo en lo alto, que luego dio pie a la aparición de casas a su alrededor y que desembocaría en el actual Rupit.
Bonita y agradable visita, que puede hacerse tranquilamente. Tiene una zona de aparcamiento (de pago) en la entrada, tiendas de productos artesanales -comida y dulces incluídos y muy buenos, aunque no baratos-, y restaurantes para hacer una pausa y disfrutar de la belleza y la historia de este pueblo, interesante y peculiar, sobre todo, por su abrupta orografía.
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