Es uno de los grandes iconos de la ciudad y esa es precisamente -o probablemente- una de las razones por las que, pese a los muchos debates sobre su vigencia e idoneidad, todavía sigue en pie (aunque con un debate profundo y muy serio a su alrededor). La estatua de Colón, situada al final de La Rambla, en la confluencia del Paseo de Colom y frente al Port Vell, se construyó con motivo de la Exposición Universal de 1888 celebrada en la capital catalana. Según se recuerda obtuvo una de las medallas de oro del certamen. Vino a culminar el proceso de embellecimiento de toda la zona por aquel entonces.
Todo el conjunto escultórico mide 56 metros de altura, rematado en la punta con la escultura del descubridor, que con el dedo índice siempre se dijo -o creyó popularmente- que señalaba a América. En un artículo reciente de El Confidencial, se especifica que en realidad hacia donde señala es a Génova, ciudad natal del personaje (aunque existen otras teorías – más o menos fiables- que situán el nacimiento de Colón en otros lugares). Todo el conjunto fue obra de Gaietà Buïgas mientras la autoría en concreto de la escultura recayó sobre Rafael Atché. En circunstancias normales (en un contexto alejado del actual, muy condicionado por el Covid-19), puede cogerse un ascensor que va por dentro del conjunto y lleva hasta un mirador con vistas panorámicas de 360º sobre toda la zona. Desde lo alto pueden divisarse perfectamente los barrios de El Raval y Gótico, así como El Port Vell y la montaña de Montjuïc. La mejor hora para visitarlo, según se señala en la web del bus turístico de la ciudad (que lo incluye dentro de sus itinerarios) es por la mañana, cuando la atmósfera de la ciudad se ve más nítida.
En los últimos tiempos, como tambien ha pasado -y pasa- con muchos otros monumentos y esculturas en todo el mundo existe un amplio y profundo debate alrededor de este tipo de espacios y sus signficados. En el caso de esta escultura de Colón, ha sido criticada por representar la memoria de una época asociada a unos comportamientos -los de los colonos a su llegada a América- más que cuestionables. En Estados Unidos, la muerte del afroamericano George Floyd desencadenó potentes movimientos antirracistas por todo el mundo cuyo eco también llegó hasta Barcelona. Ante la petición de algunos políticos de su retirada, la alcaldesa Ada Colau, señaló que los expertos no lo recomiendan ya que es «un icono de la ciudad para bien y para mal», si bien junto a colectivos antirracistas y expertos en memoria democrática, se está planteando, señaló, «una explicación crítica del monumento», ya sea mediante una placa o una exposición en torno a él.
En el terreno de las anécdotas, leemos que existen en el mundo 64 esculturas dedicadas a Colón. La más grande, según parece, es la de la capital catalana, frente al puerto y al final de una de sus calles más conocidas internacionalmente como son Las Ramblas, que empiezan en la Plaza Catalunya y llegan hasta prácticamente el mar -el elemento posiblemente que más se asocie al personaje-.
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