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Albi y la mayor catedral de ladrillo del mundo

Fue una grata y bonita sorpresa, especialmente después de un inicio de viaje en Toulouse en general gris y con un tiempo bastante fresco. En Albi la meteorología cambió, salió el sol y la estampa viró radicalmente permitiéndonos llevar de esta visita una sensación completamente distinta a la inicial. Albi, en el departamento del Tarn -nombre cogido del río que atraviesa esta población-, en Occitania, llama la atención por la abrumadora presencia del rojo de los ladrillos en fachadas, plazas, puentes y en sus monumentos principales.

Al llegar y dejar el coche en una zona muy céntrica y como es costumbre, lo primero fue acercarse a la oficina de turismo. Al margen de lo que uno pueda leer y documentarse, siempre es aconsejable escuchar recomendaciones desde la propia entidad local. Enfrente, de todos modos, destacaba de forma desmedida la presencia de la Catedral de Sainte Cécile, de origen medieval y una de las más importantes del país. De hecho, está considerada, de estilo gótico, como «la catedral de ladrillo más grande del mundo». Y verdaderamente desde fuera y desde dentro es imponente, descomunal. De enormes techos, y poderosos muros, presenta una arquitectura austera en sintonía con su función en el pasado defensiva. Hoy es el mayor reclamo de esta ciudad, con una afluencia en tiempos anteriores a la pandemia por encima de los 800.000 visitantes anuales. En sus paredes, decoradas, pueden observarse gran cantidad de escenas de la Bibilia, coloridas e, incluso, por momentos con algún punto de humor. También, formas geométricas. Todo, llamativo.

Esta catedral es la razón en buena medida que este conjunto episcopal fuera considerado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2010. Y no son muchos los monumentos que conforman este selecta lista, que alcanza los 800 en todo el mundo. En el caso de Albi, el conjunto constructivo incluye también el Palacio de la Berbie, de los antinguos obispos, construído en el siglo XIII y uno de los castillos mejor conservados de Francia. Es incluso anterior al famoso castillo de los Papas de Avingnon. Da al río y está considerado como «monumento histórico» desde 1862. Hoy alberga el museo Toulouse-Lautrec. Son también interesantes sus jardines, en el antiguo patio de armas, hoy transformado en un agradable y vistoso espacio.

No muy lejos, otro de los grandes puntos de esta ciudad es el Puente Viejo, también de origen medieval (s.XI), y que hoy todavía está en funcionamiento. Se construyó durante el auge experimentado por la región en el siglo XII y por su posición comercialmente estratégica entre el Atlàntico y el Mediterráneo, entre el País Vasco y Toulouse y entre Cataluña y París. En sus orígenes contaba con una torre defensiva -hoy desaparecida- en el centro. Y también durante parte de su historia hubo hasta once familias con casas sobre su pavimento, de dimensiones de 50 a 80 metros cuadrados. Inundaciones y la crecida del río llevaron a la ciudad a comprarlas en el siglo XVIII y derribarlas.

Albi, por lo tanto, es una visita muy recomendable dentro de un itinerario por toda esta zona de Francia. Tiene su encanto y da perfectamente para un buen rato de paseo y de ruta por sus calles, plazas y puentes. Avisamos que la imagen de la Catedral no deja indiferente.

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