Apenas tiene una década de funcionamiento (lo hará este 2019) y las cifras hablan de un éxito aplastante de pasajeros de la Terminal 1 del aeropuerto de El Prat-Barcelona, que en este tiempo ha visto como el número de viajeros ha pasado de cerca de 30 millones a previsiblemente (a falta de conocer los últimos datos) unos 50 millones este 2018. El aumento de nuevos destinos, más frecuencia de vuelos entre los ya existentes y el liderazgo clamoroso de algunas de las grandes compañías low-cost que se llevan la mayoría de los usuarios hablan de un escenario muy importante y de gran valor económico para Barcelona y Catalunya pero que a la que vez pone sobre la mesa retos que pueden acabar por desbordar la capacidad de esta imprescindible infraestructura de comunicaciones aéreas.
El aeropuerto de Barcelona es el segundo de España, por detrás de Madrid-Barajas, y el séptimo de Europa. Según un estudio de la Cámara de Comercio de Barcelona es el 44 en número de salidas sobre un total de los 1.200 más importantes del mundo. Estas cifras, buenas en muchos sentidos, dibujan un escenario en el que las tres pistas con las que cuenta El Prat podrían estar ya cerca de su límite de operatividad. Por ello existe un plan del Ministerio de Fomento con una inversión aproximada de 1.500 millones para construir una terminal satélite de la T-1 durante el periodo 2017-2026 y que previsiblemente hará incrementar su capacidad hasta los 70 millones de pasajeros.
Mientras, a su vez, tiene que hacer frente a otros retos que no lo dejan en muy buen lugar. Uno de ellos y uno de los más graves y acuciantes es el de la puntualidad. Según un estudio de la firma de análisis OAG, sobre esos 1.200 aeropuertos más importantes, Barcelona se sitúa en el 1.009. El verano pasado fue uno de los peores cuando casi uno de cada dos vuelos salía con retraso. Los datos, en cualquier caso, parece que han mejorado desde entonces. Este diciembre los vuelos salían con puntualidad en un 80% de los casos. En temporada alta, en verano, habrá que ver cómo se desarrollan las cosas cuando Barcelona conecta con 45 destinos de larga distancia. De hecho, gracias a los esfuerzos realizados para poder viajar a nuevos puntos del planeta, se han sumado vuelos a lugares como, entre otros, Boston, Seúl o Abu Dhabi, mientras han crecido las frecuencias a destinos como Los Ángeles, Doha, Nueva York o Hong Kong.
Después de mucho tiempo y retraso se consiguió que la Línea 9 del metro llegara al aeropuerto (lo hizo en 2016) y se prevé que la Línea 2 lo haga en breve (aunque sin fecha fija, por lo menos según la información oficial del aeropuerto). Las 12.000 plazas de aparcamiento, el diseño diáfano, sencillo pero moderno y funcional de esta nueva T-1 dejó a la antigua T-2 a la altura de un aerpuerto regional. Está claro el papel fundamental para la ciudad y toda la zona de esta terminal, que cuenta con una amplia y surtida zona comercial tanto en el área de embarque com en la de espera. En 2018 se especuló con la posibilidad de incorporar al aeropuerto de Girona como cuarta pista de Barcelona, conectando mediante el AVE, aunque se recordó que al final es el usuario el que tiene la última palabra sobre si quiere o no viajar de este modo. Hasta la fecha las cifras son claras y contundentes aunque será bueno no olvidar que el límite teórico de pasajeros, según publicaba El Periódico, se mueve sobre los 55 millones de usuarios. //
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