El Cinque Terre es la gran joya de toda esta zona de la Liguria italiana y próxima también a la Toscana, Florencia, Génova o Pisa. La Spezia, por su parte, es una ciudad de más de 90.000 habitantes, activa, comercial aunque probablemente sin un gran encanto, como sí tienen los cinco pueblos del Cinque Terre o Porto Venere. Éste último se encuentra algo más al sur en la misma costa que las otras localidades y que podría tildarse, de forma oficiciosa que no oficialmente, como «La sexta del Cinque Terre». Francamente poco tiene que envidiar bajo ningún parámetro a las otras cinco. Y tampoco es raro que toda esta zona de Italia se conozca popularmente como el «Golfo de los poetas». Sería una verdadera maravilla por aquel entonces difrutar de una estancia larga o corta, más o menos creativa o productiva, en esta parte del país transalpino a finales del siglo XIX o durante buena parte del siglo XX.

La Spezia es un buen contrapunto a los pueblos a los que se puede acudir precisamente desde esta urbe. Es, por lo tanto, un lugar recomendable para hacer noche y desde el cual salir en tren hacia el Cinque Terre. Atención también, porque por las mañanas las colas son largas y es aconsejable sacar el ticket por Internet. De la ciudad, nos gustó callejear por su centro histórico, por la Via Garibaldi, la plaza conocida como «del mercato» o toda la parte del frente marítimo y hasta el Puerto Mirabello. Destaca de toda esa zona el Ponto Thaon di Revel, blanco, moderno y de buen diseño, así como la combinación peculiar entre embarcaciones tradicionales de pesca con otras de lujo.

En nuestro caso, al atardecer y con un clima muy agradable, pudimos disfrutar en esa parte de la ciudad, de un más o menos surtido aperitivo junto a las típicas y habituales Spritz. Para comer, sin ser originales ni específicamente de esta parte de Italia, nos quedamos con los canoli, como dulces, o las pizzas, que les salen fabulosas en cualquier parte y que tomamos una noche para cenar junto con una cerveza local. También, desde La Spezia, que por cierto cuenta con un buen equipo de fútbol frecuentemente en la Serie A del Calcio, salen autobuses interurbanos hacia Porto Venere. El billete lo sacamos en un quiosco de prensa.

El bus tarda una media hora de carretera, más o menos, de curvas. El pueblo en cuestión llama la atención por las fachadas de las casas que dan a la costa, de colores rojo y amarillo pálido y muy similares a las del Cinque Terre, asi com por la presencia en uno de sus extremos y sobre un acantilado de una iglesia construída donde antes se encontraba un templo romano, que es del siglo VI y de estilo gótico genovés: la Iglesia de San Pedro. Pequeñita, se encuentra al lado de los restos de un antiguo castillo, éste del siglo XI y reconstruído siglos más tarde en el XV. Hoy no queda mucho de él, aunque sí algunos muros todavía poderosos.

Detrás de ellos se encuentra otro de los encantos de este pueblo, se conoce como la Gruta de Byron, ya que parece que el poeta inglés nadaba hasta esta parte de la costa de Porto Venere, en el golfo de la Spezia, para recogerse en esta zona tranquila, agreste e ideal si lo que se buscaba era cierta soledad. El atractivo natural de los acantilados, junto a los distintos tonos de azul y esmeralda de las aguas, forman un conjunto precioso, francamente. Acabamos nuestra visita por este pueblo dando una amplia y relajada vuelta para corroborar que vale tanto la pena como otros pueblos de mayor fama.
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