Sarajevo

«Mi familia es un ejemplo del sufrimiento causado por la guerra»

Slavko Mitric, cocinero croato-bosnio es uno de los protagonistas del próximo número de EV que dedicamos a «Sarajevo, veinte años después del final de la guerra». Durante la guerra era apenas un niño de seis años que no entendía demasiado todo lo que estaba pasando pero que tuvo que vivir experiencias y ver escenas duras o muy duras para todo individuo; y más para un niño. En los peores momentos  del conflicto apenas podía ir al colegio y tenía que permanecer, junto a su madre y dos hermanos, escondido en el sótano de su edificio durante varios días seguidos para evitar ser alcanzado por alguno de los obuses que caían sobre su ciudad, Bugojno, en los bombardeos que sufrió durante aquellos largos meses. La convivencia entre comunidades «se vio afectada» y la escazez de todo tipo de cosas («aunque sin llegar a pasar hambre», según explica) se convirtió en norma.

Años después, con la guerra terminada, viajó dos veranos, gracias a los contactos de su iglesia, a Valencia para ser acogido durante algunos meses por una familia. Aquello le marcó hasta tal punto que, tiempo más tarde, y ya viviendo en Chicago (a donde emigró en 1999 junto con toda la familia), quiso recuperar el contacto con aquellos padres ‘adoptivos’. Esto le llevó a visitar varias veces España en esta última década y a conocer, también, Barcelona, gracias a un amigo catalán hecho en Estados Unidos. Hoy vive en la capital catalana desde hace algo más de un año y ha abierto un restaurante (Can Cirera) de auténtica comida balcánica (y muy buena, podemos decirlo de buena tinta) ayudado económicamente por uno de sus hermanos,  que vive en Nueva York. Su relato, por momentos, muy emotivo es el testimonio de una familia sacudida por los efectos de la guerra y su afán por seguir adelante.

A continuación reproducimos un fragmento de la entrevista que mantuvimos y que podrá leerse en toda su integridad en la versión en papel que publicaremos este comienzo de 2016:

¿Cuándo y por qué viene a Barcelona?
Hace poquito más de un año. Y la razón es un poco larga pero surge a raíz de un amigo catalán conocido en Chicago. Mucho antes, cuando yo tenía diez y once años vine a Valencia dos veranos fruto de la colaboración entre la iglesia católica de mi ciudad y una organización española. Pasé dos estancias, en 1998 y 1999, con una familia que acogía niños que habían pasado por la guerra. Aquella familia me trató como si fuera su propio hijo y guardo muy buen recuerdo de todo aquello y mantengo el contacto y afecto por ellos.
En 1999 toda mi familia salimos de Bosnia hacia Estados Unidos donde estuve quince años: desde 1999 hasta el año pasado, en Chicago.

¿Cómo fue esa experiencia?
Pasé quince años: desde los 12 hasta los 27 años. Vivíamos en una ciudad de 45.000 habitantes en la periferia de Chicago en una zona donde había muchos refugiados de múltiples conflictos como Vietnam, distintas partes de África o la propia Bosnia. Vivíamos en unos edificios llenos de inmigrantes.
Representó un cambio grande, un estilo de vida muy distinto, y hubo que acostumbrarse. Costó un poco. La ciudad era aparentemente grande pero parecía un pueblo y ofrecía pocas cosas a los jóvenes. Fuimos los cinco: con mis dos padres y dos hermanos (los dos mayores). Yo soy el pequeño.

Antes comentaba que había vivido la guerra, ¿qué recuerdos tiene de aquello?
En mi ciudad, Bugojno, en Bosnia central, sentimos la guerra más profunda. Todo empezó a comienzos de los noventa y yo nací en 1986, así que por entonces era bastante pequeño. Con cinco o seis año vi cosas complicadas de explicar, duras. Sufrimos al comienzo muchos bombardeos desde las montañas.

Para un niño sería especialmente delicado…
Bueno, era distinto para mí que, por ejemplo, para mis hermanos que eran más mayores que yo. Cuando yo tenía 7 años el mediano tenía 12 y el mayor 17 y esas ya eran edades, sobre todo, en este último caso, que te permitían comprender algo más todo lo que estaba pasando. Para mí era distinto: me adaptaba como buenamente podía a esa forma de vida sin comprender demasiado nada de todo aquello. Lo vives como viene y haces caso de lo que dicen los padres y los adultos. Más tarde, conforme te vas haciendo mayor, vas interpretando todo lo que sucedió.

¿Hoy, cómo ve aquel conflicto?
Se puede analizar todo lo que queramos y reflexionar sobre ello pero lo triste es que afectara a tantas personas, a tantas familias destrozadas, tanta gente que tuvo que huir… Mi familia es un ejemplo perfecto del sufrimiento causado por la guerra aunque también de las ganas por seguir hacia adelante. Hoy estamos muy unidos pero, por entonces, nuestras vidas cambiaron radicalmente. Tuvimos que aguantar muchas cosas y acabar marchando en 1999 para buscar una nueva vida.

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