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Toulouse, «la ciudad de las fachadas rosas»

Es un titular llamativo, pero es que una de las primeras cosas que más sorprenden al llegar a esta ciudad del sur de Francia, situada casi de forma equidistante entre el Mediterráneo y el Atlántico, es la abundante presencia de fachadas de color rosa y que ofrecen una gradación que pueden ir desde el rosa pálido al naranja intenso. Sin duda, le dan una personalidad singular que, de todos modos, no es solo patrimonio suyo exclusivo ya que también se da en otros municipios de la zona. En cualquier caso, no al nivel de Tolouse, una de las ciudades más importantes del país galo.

La razón de dicha circunstancia se encuentra en una gran tragedia: un enorme incendo que sufrió en 1463, con origen en una panadería, en el centro de la urbe, y que a consecuencia de los fuertes vientos se propagó y estuvo quemando durante 12 días. Los destrozos fueron enormes sobre centenares de casas, básicamente de madera. La alternativa, para evitar un episodio de similares magnitudes, fue empezar o extender la construcción sirviéndose de ladrillos. De ahí, la coloración tan característica de muchos de sus edificios y calles.

Precisamente, uno de los edificios más destacados, ejemplo del uso de dichos materiales, es la Basílica de Saint Sernin.Originalmente muy anterior, data del siglo XI, posteriores reformas la han dotado de su aspecto actual. Es de estilo romámico y considerada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El edificio recuerda al primer obispo cristiano de la ciudad, mártir tras negarse a celebrar un rito pagano y castigado, siendo atado a un toro y arrastrado por la ciudad. La actual basílica se levanta donde anteriormente, en el siglo V, se había erigido una basílica en su recuerdo.

Pero si un espacio es emblemático de Tolouse éste es la plaza de la Capitole, donde se encuentra el Ayuntamiento. El nombre coincide con el de una agrupación de grandes personajes locales y poderosos de la ciudad que, tras conseguir la autorización del conde de Tolouse, gobernaron desde la casa consistorial durante buena parte de su historia. El grupo se conocía como los «capitouls». En el siglo XVI la ciudad vivió uno de sus periodos de mayor dinamismo comercial, sobre todo gracias a una planta, el glasto, que permitía extraer pigmento azul usado para los paños.

Años más tarde, la construcción en el siglo XVII, bajo gobierno del rey Luis XIV, del Canal du Midi facilitó la conexión fluvial y el comercio de mercancías de Toulouse con el Mediterráneo. Son ya, por lo tanto, más de 300 años de una obra de gran importancia fechada en 1667 y que también es Patrimonio de la UNESCO. Tiempo atrás, la orden de los Mendicantes había levantado el edificio de los Jacobinos (uno de los lugares más interesantes para visitar, que destaca por su iglesia, de llamativas vidrieras y que contiene las reliquias de Santo Tomás de Aquino), que es de estilo gótico medieval y que fue producto de una orden que luchó por contrarrestar la fuerza y penetración alcanzada por la religón cátara en toda la zona, y especialmente en el Languedoc.

No podíamos, por supuesto, acabar este pequeño repaso sin hacer mención de las bonitas vistas que pueden disfrutarse a distintas horas sobre el río y los varios puentes que cruzan sobre el Garona (el atardecer es una de las imágenes más icónicas y reproducidas). O sin hablar del centro aeroespacial, localizado en dicho municipio, el más importante de Europa y que tiene todo el sentido que se ubique allí, ya que fue en esta ciudad donde cogió forma la gran aventura del aire en los años veinte y treinta en Francia, con pioneros que crearon el servicio postal aéreo del país que logró hazañas como viajar hasta Senegal o Chile. Aquella empresa con el tiempo desembocaría en la actual Air France.

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