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Las Islas Borromeas, en el Lago Maggiore

El marco es espectacular y las islas están en consonancia. Se ubican en el segundo lago más grande de Italia, el Lago Maggiore (por detrás del de Garda), de origen glaciar, alpino, al norte de Italia, no muy lejos de Suiza, próximo a Milán (a unos 50 kms.) y tampoco exageradamente lejos de Zúrich (a 130 kms.), cuyo 80% de sus 212 kms cuadrados de superfície se encuentran límitrofes con las regiones del Piamonte y Lombardía, y el 20% restante con la región suiza de Tesino. En sus orillas se encuentran pueblos escogidos por las clases más acomodadas desde el siglo XVII para veranear por su privilegiada ubicación y buen clima en verano como Arona, Bareno, Pallenza o Stressa.

Desde este último pueblo es desde se conecta con las Islas Borromeas en barca o ferry y que son tres: Bella, Madre y la de los Pescadores, cuyo nombre conjunto procede de su familia propietaria ya desde el siglo XIV, originaria de Florencia y que construyó en dos de ellas residencias y jardines más que notables; francamente elegantes, bellos. Suntuosos y con poco que envidiar a otras puede que de mayores dimensiones. Los Borromeo, como los Visconti, ambas, familias de origen nobiliario fueron habituales de esta zona, de gran implantación. En la Isla Bella, cuyo nombre se debe a la mujer de Carlo III Borromeo, Isabella d’Adda, es donde se encuentra el Palacio Borromeo, abierto al público y cuyos jardines barrocos de geometrías precisas y diseños cuidados, consta de hasta diez terrazas superpuestas que, sumadas al jardín botánico de la Isla Madre, se elevan por encima de las más de 2.000 variedades vegetales. Las imágenes aéreas de ésta son muy populares; puede que una de las estampas más conocidas relacionadas con estas islas.

El Palacio ofrece un gran ramillete de estancias, salones, salas de música, armas, colección de pinturas… Es, francamente, espectacular. Antes de salir a los Jardines, en la parte inferior, destacan también salas decoradas por la suma de infinitas piedras y conchas, sustraídas del entorno natural donde se ubica este palacio y que recuerdan su origen montañoso y asociado al agua. Fuera, uno de los lugares más fotografiados, los Jardines miran hacia los cuatro puntos cardinales, con unas preciosas vistas, céspedes pulcros y bonitas estátuas. La distancia respecto de la costa no es mucha pero sí suficiente para disfrutar de un aislamiento codiciado y, seguramente en muchos momentos, envidiado. No apto para todos. El conjunto del pueblo lo conforman toda una serie de casas y locales que parecen construídos al entorno del palacio, que destaca por encima del resto sobremanera. Alojó a finales del siglo XVIII a Napoleón y en 1935 una convención internacional organizada por Mussolini.

En la Isla Madre, más o menos, más de lo mismo. Una gran residencia de buen porte y delicadeza, con espacio significativo para el jardín botánico y la naturaleza y, en este caso, pocos rincones para demasiado más. La tercera de ellas, la de los Pescadores, ésta en la actualidad ya desnvinculada de la propiedad de la família Borromeo -según leemos-, parece remitir a cualidades más populares y terrenales. La realidad, no obstante, es que en los tres casos se trata de puntos de gran interés y atractivo turístico. Y, de ahí, que su aspecto u oferta no diste tanto como uno pudiera imaginar. Las Islas Borromeas representan un interesante destino, no exageradamente masificado y recomendable en verano si se buscan temperaturas algo más suaves para esas fechas con una variedad de propuestas ideales para un itinerario por la zona.


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