Bilbao, un origen en dos núcleos

El Casco Viejo de Bilbao, como es lógico, se encuentra en el origen de esta ciudad hace más de 700 años cuando en esta parte del territorio se encontraban dos núcleos de población a ambos lados de la Ría. Por un, lado la parte dedicada a la minería y el hierro, conocida como Bilbao la Vieja. Y por la otra, el Casco Viejo, destinado a la parte comercial y mercantil propia de la misma Ría y que conformaban tres calles paralelas entre sí. Con el crecimiento de la ciudad durante el paso de las décadas, las murallas que contenían esas tres calles desaparecieron para dar lugar a la construcción de cuatro calles más, perpendiculares a las otras tres y dar como resultado al conjunto conocido como «Las siete calles» de Bilbao, base y esencia de esta interesante urbe.

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Se llega a esta parte -o es una de las maneras- cruzando el Puente de San Antón, que da también nombre a una Iglesia dedicada al mismo santo en una plaza diáfana contigua. De hecho, la Iglesia aparece en el mismo escudo de la ciudad -algo no muy usual y reservado solo a unas pocas iglesias del país-. La estampa con la iglesia y el puente al paso de la Ría por debajo es particularmente bonita al atardecer en un día claro cuando todo el conjunto se tiñe de tonos cálidos y suaves. También, cerca, se encuentra el Mercado de la Ribera o la Estación Atxuri.

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Esta últma, de ferrocarriles, destaca por su arquitectaura montañesa y vasca. Se construyó en 1912 cuando la intención era que conectara todos los territorios vascongados, entre los que se incluía Navarra y razón por la cual el escudo navarro aparece en la fachada si bien la compañía nunca llegó hasta aquellos parajes. Adentrándonos un poco en el Casco Viejo, cabe reseñar, por su papel protagonista, la Plaza Nueva, de estilo neoclásico romano, y que se tardó 65 años en inagurarla. Sus arcadas dan cobijo a muchos de los bares y restaurantes más conocidos de la ciudad. Es una de las zonas preferidas por los propios vecinos de Bilbao y también por los visitantes para tomar otra de sus grandes delicias y atractivos: los pintxos. Y damos buena fe de ello. Mezclando infinidad de sabores, los podemos encontrar de todos los tipos imaginables. O casi. Por la noche el ambiente es bastante animado y recomendable para aquellos que quieran disfrutar de cierto bullicio entre sorbos de cerveza, vino y txacolí.

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No muy lejos se encuentra la Plaza Unamuno, próxima a toda esta parte y lugar donde nació y creció el escritor (dio sus primeros pasos en la calle Ronda) y desde hace unos años existe un tour que recorre las principales calles y espacios vinculados al narrador y ensayista vasco. Caminando un poco -aunque no mucho- se llega a la Catedral de Santiago -antes iglesia y también basílica-. De estilo gótico, según leemos, fue levantada incluso antes de la existencia de la propia villa. Destaca por su arquitectura y por su emplazamiento. También por su antigüedad, como asimismo lo hace el Palacio Arana, el más antigo de la urbe, que data de 1590 y de estilo renacentista. En la calle Correos hay infinidad de comercios, tiendas para todos los gustos, pero también escudos de algunas de las familias más insignes de esta parte de Bilbao. Gentes de -más o menos- alta cuna que salieron a recorrer mundo. Hidalgos, como se conocían por entonces.

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En los años ochenta, en concreto en 1983, el Casco Viejo vivió su peor momento con las inundaciones que causaron verdaderos estragos y destruyeron buena parte de toda la zona. El esfuerzo posterior, en cualquier caso, hizo que recuperara su esplendor pasado y que hoy vuelva a ser una de las áreas más atractivas, históricas e interesantes para visitar en Bilbao.


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