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Huesca, enclave estratégico entre el Pirineo y los Monegros

Conocida sobre todo como destino de montaña, por su cercanía a los Pirineos, a apenas un centenar de kilómetros, Huesca ciudad es también muy interesante por otros aspectos como por estar a una media hora en coche de la zona semidesértica de los Monegros o por ofrecer en un espacio tan reducido una combinación de climas que pueden ir del alpino al mediterráneo pasando por el continental. Por cierto, es la segunda ciudad por población de Aragón, por detrás de Zaragoza, con algo más de 50.000 habitantes.

Su nombre es de origen romano, cuando se llamaba «Osca» (en catalán sigue llamándose de la misma forma). Por entonces contaba con un Senado de cerca de 300 miembros y una academia que, según leemos, con el tiempo desembocaría en universidad, que se mantendría en funcionamiento hasta bien entrado el siglo XIX y que podría considerarse entre las primeras por cronología del país. Fue aquella una época que dejó impronta, algo que no se puede decir del paso de los visigodos según destacan desde el propio ayuntamiento. La presencia musulmana fue otro cantar.

Tanto fue así que le cambiaron el nombre, que pasó a ser «Wasqa». De su presencia quedan algunos vestigios, si bien probablemente uno de los más importantes sean los restos de la muralla que construyeron en el siglo IX para protegerse de los guerreros del norte y que en aquella época llegó a contar con un centenar de torres de vigilancia. Hoy, de todo aquello se conserva todavía una de esas torres, la que se conoce como de «Ámparo». También contaba con hasta nueve puertas de acceso, que han ido desapareciendo con el tiempo si bien todavía hay una en pie, la de Montearagón o San Agustín, popularmente llamada como «la Porteta». La ciudad fue reconquistada en 1096 por Pedro I.

De su tránsito por época medieval es particularmente interesante la Catedral, que data de los siglos XIII a XVI y es de estilo gótico. Vale la pena además echarle un vistazo no solo a su poderosa y decorada fachada sino también al retablo mayor, buena muestra del renacentismo español. Al lado es también interesante visitar el Museo Diocesano y, no muy lejos de allí y de un periodo parecido, destaca la Casa Consistorial, antiguo palacio renacentista de estilo aragonés. Todo el conjunto del casco histórico de la ciudad merece un paseo tranquilo por sus calles para dejarse imbuir del paso de todo este tiempo y tantas influencias.

De época más cercana tienen un valor remarcable el Teatro Olimpia, de fachada clásica, inspirada en los antiguos templos griegos y que data de 1925. Más hacia aquí, en 2005, éste fue ampliamente rehabilitado y hoy es uno de los grandes referentes de la ciudad y la región en cuanto a artes escénicas concierne. Realmente, desde la calle, sus poderosas columnad de estilo jónico atraen la mirada. Otro edificio también remarcable y que data de la centúria pasada, es el que se ha destinado a las dependencias de la Diputación Provincial.

Huesca, a nuestro entender, es una visita recomendable dentro de un itinerario por toda esta zona, ya sea estrictamente por Aragón o algo más amplia y que podría incluir parajes naturales tan espectaculares como por ejemplo las Bardenas Reales al sur de Navarra.

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