Soria, muy castellana y mirando al futuro con nuevos aires

Es una ciudad pequeña, coqueta, con encanto, con su casco antiguo, su pasado y presente  muy castellanos y todo muy marcado. Con carácter. Tiene algunos rincones interesantes, la mayoría románicos, medievales, otros vinculados al río Duero pero también al escritor sevillano Antonio Machado.

Estuve un par de días, no pude estar más y además no le pude dedicar todo el tiempo que me habría gustado. Fue mi centro de operaciones mientras preparaba un nuevo proyecto del que espero poder ir informando durante estar segunda parte del año sobre pueblos de España. Y, sobre todo, pueblos de Castilla. En cualquier caso, saqué tiempo de donde pude para dar una pequeña vuelta y hacerme una idea de este bello aunque pequeño ‘pueblo-ciudad’ peninsular de cerca de 40.000 habitantes. Un vecino ya me había dicho que «aquí todos nos conocemos». Y seguramente parte o mucha razón tendría. También, probablemente, preocupación. Pendían de varios balcones y ventanas banderas o pancartas con el lema «Soria ya». Hacían referencia a la necesidad de articular medidas desde la Administración para ofrecer posibilidades y oportunidades y que la gente no siga marchando para buscar opciones fuera.

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El centro, precioso. Era ya el atardecer cuando salí a comer algo. Tenía mucha hambre. Antes de meterme en una pequeña y funcional taberna, di un pequeño rodeo. Las callejuelas, bañadas por la declinante luz suave del atardecer, adquiría un aspecto encomiable. Como todavía no era suficientemente tarde, me metí un momento en el parque, Alameda de Cervantes, conocida por ellos como la ‘Dehesa’, en pleno centro y que ofrece unos paseos entre árboles y rincones románticos, agradable y muy recomendable. También en toda esta parte se concentran algunos de los grandes monumentos de Soria. Destacan, entre otros, la Iglesia San Juan de Rabanera, palacios renacentistas de familias con enjundía de la ciudad o el Instituto donde Antonio Machado ejerció durante su estancia en Soria a comienzos del siglo XX, en 1907, con 32 años.  En la Plaza Mayor se encuentra la Casa Consistorial de los 12 Linajes, la Fuente de los Leones y un tercer espacio (hay más); éste también relacionado con el escritor andaluz. Nos referimos a la iglesia románica de Nuestra Señora la Mayor, donde Machado se casó con Leonor y donde también algunos años más tarde, tristemente, se ofició el funeral por la muerte de ésta.

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Otro de los lugares interesantes de la ciudad es el área próxima al río Duero. Lo cruza un puente de piedra de época medieval y que en su momento fue fundamental. Unía o conecataba dos reinos, el de Navarra y el de Aragón. Cerca existe una leyenda vinculada a unas cuevas y al patrón de Soria, Saturio. Así es como se llamaba este personaje, de familia acomodada, que a la muerte de sus padres, donó sus posesiones a los pobres y se alojó en esa parte de la ciudad, en una cueva. Con el tiempo se construyó una ermita, la de San Saturio, en honor a aquella figura.

Soria,  por lo tanto, tiene su encanto y sus lugares, rincones para ver y visitar. Yo no los pude ver todos, me quedé con las ganas pero espero algún día volver para acabar de echar un vistazo y conocer lo que me quedó pendiente. Tras el paseo, ya fue momento para la cena: un buen plato de surtido de quesos y una cerveza bien fría. Lo disfruté mientras fuera empezaba a hacerse de noche. Y pese a que eran finales de mayo, todavía hacía fresco. Soria bien merece una visita.


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