Está bastante cerca de Palamós -lo más recomendable es acceder en coche, a través de la C-256, y dejarlo en un párking muy cercano (y de pago en verano) o hacerlo a través del camino de ronda de la Fosca-, pero pese a su proximidad podría considerarse como «virgen», por lo que a construcciones urbanísticas se refiere. Es ideal para familias, grupos o para ir en pareja, en general, que busquen un rincón tranquilo y con los servicios suficientes para pasar un agradable día de playa.
También, para senderistas que quieran incluir esta playa en su itinerario. Situada en el Baix Empordà, se enmarca dentro del espacio de interés natural del Castillo de Cap Roig. Tiene una longitud aproximada de unos 300 metros por unos cincuenta, más o menos, de ancho y es de arena fina. De su estampa más popular, destaca la que incluye la peculiar desembocadura del canal Aubi, que genera unos reflejos y tonalidades peculiares, especialmente en días soleados y en la parte más próxima al mar, mezclándose con la tierra y sedimentos, y añadiendo de este modo otro atractivo diferencial más a una playa, ya de por sí muy recomendable (sobre todo y si se puede, en temporada baja).

Muy cerca, a escasos metros, en dirección norte, se encuentran los restos de un antiguo poblado íbero que, como el cabo donde se localizan, se conocen por el mismo nombre que la playa. Las vistas desde aquella parte sobre la costa y los despeñaderos son imponentes y espectaculares. Pese a que en algunas de esas calas parece casi imposible el acceso, sí pueden verse algunas embarcaciones fondeadas y disfrutando de unos parajes fantásticos; y puden hacerlo, además, de forma muy relajada y casi solitaria. Es un buen lugar para sacar la cámara y tratar de buscar originales composiciones y/o recuerdos de la experiencia.
Siguiendo por el camino hacia Calella y tras un paseo más o menos exigente, de algo más de media hora, puede llegarse hasta otras calas y playas muy interesantes, como las de (en catalán) Canyers, Sènia, cala Estreta o Roca Bona. Los espacios naturales son preciosos y las distancias, en algunos casos, relativamente cortas. En conjunto, en cualquier caso, puede tratarse de un recorrido a completar en un tiempo orientativo de unas dos horas.

Volviendo hacia la playa del Castell y esta vez yendo hacia el sur y siguiendo también el camino de ronda por la costa, se llega rápidamente hasta dos calas pequeñas reseñables por la presencia de antiguas casas (o ‘casetas’) de pescadores, reaprovechados en la actualidad por huéspedes y/o familares que disponen de espacios verdaderamente privilegiados. Según leemos en el mapa, se trata de las calas -por este orden- de «S’Alguer petit» y «S’Alguer», respectivamente. Enfrente tienen dos singulares islotes, llamados como de «El Cargol» y «Roca Vermella».
Nuestra visita, durante aquella jornada, tuvo mucho de lo comentado, con algo del sendero en dirección norte, pasando por el poblado íbero, siguiendo durante algo más de media hora el camino de Ronda hasta la cala de la Foradada. Y también, hacia abajo, con el paso y disfrute ante esas curiosas casetas, hoy transformadas en bucólicas localizaciones instaladas en primerísima línea de mar. Sencillas, coquetas y, probablemente, muy codiciadas. Agradable día.
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