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La Lonja de Paños, Copérnico y el barrio judío, en Cracovia

Seguimos nuestro periplo por Cracovia, uno de los lugares más interesantes de Polonia, tras visitar la colina de Wawel, el Castillo y la Catedral, para dirigirnos a la plaza del Mercado, una de las más grandes y espectaculares de esta parte de Europa. Francamente, impresiona. En el centro destaca, como ya se anticipa en el titular de este artículo, la Lonja de Paños, lugar ideal para la compra de recuerdos y que incluso nuestro guía, andaluz establecido en esta urbe desde hace ya algunos años, nos recomendó. También, para la compra de piezas de ámbar: una de las especialidades de toda esta región del Viejo Continente y que es fruto de la fosilización de la resina, posteriormente trabajada y pulida. Los precios son algo más altos, pero moderadamente comedidos. La moneda es el zloty polaco, que al cambo corresponde a un cuarto aproximadamente de euro (traducido y para saber el precio de las cosas: dividir por cuatro las cantidades a pagar en cada caso).

De la Lonja, que como es lógico, tiene un papel central en este espacio, es evolución lógica del mercado, sobre todo textil, que hasta época medieval se realizaba en esta parte de la ciudad y que progresivamente se fue tapando. La primera cobertura construída propiamente era de estilo gótico y databa del siglo XIV. Un incendio en 1555 obligó de su reconstrucción, esta vez con características renacentistas, mientras los soportales se añadieron en el siglo XIX. Es un bonito lugar por el que pasear y dejarse caer cuando, en especial, se empiece a pensar en souvenirs para traer a conocidos (o para uno mismo).

No muy lejos, en uno de los costados de esta plaza, llama la atención la Basílica de Santa María, de 1220, reconstruída tras una invasión tártara y que cuenta con dos torres de alturas distintas. Desde una de ellas y a las horas en punto se puede escuchar el sonido de una corneta, que según explican, toca un bombero ya cercana su edad de jubilación y que emula las advertencias lanzadas a la población en siglos pasados ante posibles y serios desafíos a las puertas de la ciudad. De Santa María, destaca su retablo de madera, de grandes dimensiones, de 13 metros de alto por 11 de ancho, consagrada en 1489 y que representa la pieza medieval conservada más grande del país. Junto con las pinturas adyacentes, del siglo XIX, conforman un conjunto muy colorido y llamativo. Por cierto, desde lo alto de una de las torres, tras subir 239 escalones y a 82 metros, se puede disfrutar de unas bonitas vistas sobre el centro de Cracovia.

Seguimos nuestra visita, sin alejarnos tampoco demasiado, hacia la Academia de Cracovia: el centro universitario más antiguos del país, buena muestra de arquitectura gótica y que tuvo a un ilustre estudiante, Nicolás Copérnico (en 1490). Durante la visita, se exponen instrumentos científicos de por entonces como globos o telescopios. Destaca el patio central, porticado, y su reloj, del siglo XVI y que marca las horas impares, entre las 9 h y las 15 h, con un particular carrillón y la salida de unas figuritas de madera. Hay quien lo recomienda, aunque a criterio de cada uno.

Y acabamos este segundo artículo sobre Cracovia, con el barrio judío de Kazimierz. Otro de los puntos más visitados y que hasta el siglo XIV era independiente de la ciudad. Dos siglos después, a partir del s.XVI, sumó a sus habitantes famílias judías, que vinieron a añadirse a las católicas, en una convivencia entre ambas comunidades descrita, en general, como «en paz». Hoy, toda esta parte, se conoce sobre todo más por la parte judía que no por sus orígenes católicos. Durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas germanas saquearon y destruyeron muchas de las propiedades en esta zona de la ciudad. Entre ellas, y muchas restauradas, la Sinagoga Vieja, del siglo XV, y la más antigua de Polonia; o el cementerio judío Remu, al lado de la sinagoga del mismo nombre. La Sinagoga Alta, renacentista, de 1560 y originariamente un hospital, corrió una suerte parecida. En la actualidad, gran parte de todo ello se ha podido recuperar. Del cementerio, por ejemplo, se han restaurado cerca de 700 lápidas originales.

De este barrio es también interesante la plaza Nowy, que data de comienzos del siglo XX y que por entonces era el corazón comercial de esta zona (foto de apertura del artículo). En el centro tiene un edificio, bajo, de planta circular donde se despacha comida y donde aconseja pedir una «zapiekanka»: pan abierto, relleno de queso y otros ingredientes. En días de buen tiempo (fue nuestro caso) se llena de paraditas de ropa y otros objetos de segunda mano.

Por cierto, tras la Segunda Guerra Mundial y durante la ocupación soviética, toda esta parte de Cracovia se dejó bastante por parte de las administraciones. Fue a partir de la película de Spielberg, «La Lista de Schlinder», en los años noventa del pasado siglo, que recuperó dinamismo y su aspecto está mutando, con más restaurantes, clubes, actividad, y también más presencia residencial de trabajadores y estudiantes que ven con mejores ojos estas calles y plazas. Cerca de treinta años que han insuflado nuevos aires a Kazimierz.

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