Hacía ya algún tiempo que no lo visitábamos, pero con motivo y oportunidad del confinamiento, sus restricciones y limitaciones, fue una buena ocasión para redescubrir un museo muy interesante de la ‘ciudad condal’, que extrañamente no sabemos si tiene el protagonismo que muy probablemente merece. Necesitamos muy poco tiempo para descubrir que estábamos ante uno de los espacios culturales más relevantes del país. Grande, elegante, espacioso y, ante las actuales circunstancias, en arreglo y respeto a las medidas hoy por hoy necesarias y exigidas.
Llegamos temprano, en arreglo a la franja horaria marcada y que fue una buena elección. Era primer domingo de mes, acceso libro y eso comportó que en pocas horas sus salas -muchas y amplias- se llenaran de visitantes (buena noticia para el sector cultural, siempre que más o menos también se extienda a otros días). Sea como fuere, grata sorpresa este reencuentro con uno de los equipamientos culturales más relevantes de Barcelona, situado en la montaña de Montjuïc y con unas vistas preciosas sobre buena parte de la ciudad.
Normal que este museo sea reconocido como uno de los mejores y más interesantes por su colección de arte románico medieval, de entre los siglos XI a XIII, y que tiene en el Pantocrátor de Sant Climent de Taüll uno de los iconos de aquel periodo y una de las obras probablemente también más importantes de la historia del arte. Destaca con luz propia y él por sí misma ya justifica la visita pero es que el conjunto de pinturas, murales o piezas de orfebrería convierten esta colección del románico en una de las más numerosas y antiguas de Europa.
Fuera del aquel periodo, hay también colecciones del gótico medieval, barroco, renacentista y arte moderno. Es, el conjunto del MNAC, de grandes dimensiones, variado, bien organizado pero es uno de esos museos que por su tamaño requiere de una visita larga o de varias visitas más pausadas y focalizadas en cada una de sus secciones. A nuestro entender está a la altura de los grandes espacios de arte y cultura tanto europeos como del mundo. La pregunta es si se le saca, a nivel institucional y de promoción, el rendimiento que sus obras atesoran y casi exigen.
Miró, Picasso, Gaudí, Casas, Fortuny, Russiñol... Nombres de primer orden aportan un toque de prestigio y distinción que podría decirse que tampoco necesita pero que tiene y que también hay que destacar. Las explicaciones en cada una de las distintas áreas, hechas de forma amena, para todos los públicos, te sitúa en el contexto histórico pero también aporta las claves, las voluntades, intenciones expresivas, de los distintos movimientos y/o autores, que permiten una mayor y más detallada comprensión de las obras que disfrutar a continuación. La visita, asimismo, sirve también a una función didáctica, en general, muy de agradecer y que acerca el arte al común de nosotros. En pocas palabras: «Bravo por el MNAC».
(Esta semana publicaremos más fotos de nuestra visita al MNAC en nuestros perfiles de Instagram y Twitter -@evrevista).
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